MIS DIAS CON EL CINE, una cartografía de su pasión cinéfila.

MIS DIAS CON EL CINE
de Rodolfo Durán
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«Rodolfo Durán recorre aquí su trayectoria profesional en el cine argentino, desde estudiante y meritorio hasta realizador y productor. Hizo todo el escalafón de la industria entre los 70 y los 80, por lo que constituye un testimonio privilegiado de una forma de filmar ya desaparecida. Pero además Durán es cinéfilo y se formó en las salas populares de Buenos Aires durante los 60 y 70, que fue el último gran período cosmopolita de nuestra cartelera. Así aparecen en su relato extraordinarios films, hoy muchas veces olvidados o postergados en el canon configurado por una crítica ortodoxa y reciente. Por eso estas páginas tienen el valor adicional de documentar una época en que el cine –en tanto fenómeno ritual y masivo– ocupaba un lugar privilegiado en la vida social porteña.»
Fernando Martín Peña.
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MIS DÍAS CON EL CINE

La noche era fría y el lugar, una librería con sus paredes empapadas con títulos de libros que nos provocaban a leerlos. Afuera la sociedad marchaba mostrando una naciente tensión muscular de resistencia popular, parecían intentar resguardarnos de lo cotidiano, solo por un rato, para invitarnos a recordar la función transformadora que debe tener el arte...
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Rodolfo Durán es un experimentado director cinematográfico, que conoce todas las áreas del quehacer del cine gracias a su carrera en la industria, al lado de grandes directores. Pero además, cuenta con una filmografía como director, guionista, productor, a lo largo de la cual tuvo el privilegio de dirigir a actores emblemáticos de nuestro cine como Ulises Dumont, Ana María Pichio, Daniel Fanego, entre otros.
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Mis días con el cine recoge los recuerdos y las reflexiones de un cinéfilo. Desde muy chico Durán experimentó intensas experiencias en los cines de barrio, al asomarse tanto a grandes películas como al «cine en continuado», que los fines de semana lo tenía siempre en la butaca. De alguna manera esta autobiografía es una declaración de amor al cine, y además un recorrido del camino que lleva a un cinéfilo a convertirse en un director de cine.
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Casual o causalmente, los dos títulos cruciales para mi decisión los vi en la pantalla del cine Lorange, que hoy perdura como sala teatral. Uno de ellos fue “Como plaga de langosta” una soberbia obra de John Schlesinger o el mismísimo descenso a los infiernos en el Hollywood de los años treinta. Salí absolutamente perturbado. Las imágenes persistieron en mi mente durante días, hasta que volví a verla por segunda y tercera vez.
El segundo y definitorio título fue “La tregua” ópera prima de Sergio Renán y candidata al Oscar a mejor película extranjera. La simplicidad de la historia, el encuentro con esos personajes cotidianos y reconocibles, la sensibilidad del tratamiento y la emoción que me transmitió esa obra definieron mis pasos a la salida del cine, no volví a mi casa, sino que caminé hacia el sur de la ciudad hasta la calle Venezuela al 800 para encontrarme con la Escuela Panamericana de Arte, ahí donde sabía que se podía estudiar cine.
Todavía estaba en cuarto año, pero ya quería dejar la secundaria, dado que no exigían el título para inscribirse en la carrera cinematográfica. No lo hice así en parte porque en casa imperaba ese mandato familiar que tantas veces nos desvía de nuestros deseos, de nuestra vocación; ese mandato que es más interno y subjetivo que real, y que promueve temores y falta de confianza en uno mismo. Alguien me había hablado de los test vocacionales que se hacían en el Hospital Borda, y allí fui para terminar de resolver el dilema. El resultado era el que esperaba, mis deseos coincidían con el diagnóstico del test. Pero aún hoy pienso que, si el resultado hubiese sido diferente, también me habría zambullido en esta profesión. Envalentonado, ese diagnóstico me servía para mostrar ante mi familia que había un “análisis exhaustivo” de mi personalidad cuya conclusión era: “De acuerdo, usted puede estudiar cine”.
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Los anteriores trabajos como asistente me habían dado la suficiente cintura como para plantarme con tranquilidad frente al equipo y los actores. Creía fervorosamente en un guion de hierro, escrito y planificado para cada locación y en cada movimiento y posición de cámara. Considero que es la única manera de sostener un rodaje con las características financieras de la producción en Argentina. Pero, aun así, grandes directores con amplia producción prefieren este formato a la hora de construir el relato. Sucede que esta metodología suele acartonar un poco la puesta y limitar la expresividad actoral, contraponiéndose a la improvisación. Sin embargo, aún en mi primer opus pude lograr un equilibrio. Viendo la película veinte años después, advierto que muchas cosas las hubiese hecho de manera distinta.
Pero también percibo un cambio en cuanto a mi posición frente al equipo y los actores: con los años, eso se fue descontracturando, y me permití un poco más de margen para cambiar algo de lo que estaba tan estrictamente planificado. La posibilidad que tuve, años después,de integrar un taller de teatro y ponerme del otro lado de la cámara, me ayudó sobremanera a entender mejor la complejidad de la actuación y el conocimiento de los actores. Así es que encuentro en mis películas siguientes una mayor fluidez y espontaneidad en la actuación. Pero tanto yo como los actores estuvimos muy cómodos y muy de acuerdo con las propuestas mutuas que nos hicimos en “Cerca de la Frontera”, sobre todo teniendo en cuenta que me zambullía en la pileta con actores como Ulises Dumont, Claudio Gallardou, Leonor Manso y Víctor Laplace. Pero había aprendido, viendo a otros directores; tenía muy claro que lo que más aborrece un actor es que no lo dirijan. Porque hay una falsa creencia cuando se trabaja con nombres tan experimentados, que se sintetiza en una frase fatídica:
“Estos actores se dirigen solos”.
Falso. Aun lo escucho decir a colegas, alumnos y espectadores.
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Rodolfo Durán
Director – Productor – Guionista – Asistente de producción.
En 1978 inicia su actividad cinematográfica desempeñándose como ayudante y asistente de dirección en más de 25 largometrajes.
En 1998 inicia su carrera como productor y director con el largometraje ficción “Cerca de la frontera”.
Es docente en la carrera de Diseño de Imagen y Sonido, FADU, UBA desde 1994.
Ha participado en diversos jurados en festivales nacionales y ha sido miembro en preselección de proyectos del INCAA.
Desde 2014 tiene a su cargo la productora SOY CINE SRL con la que ha realizado sus proyectos desde entonces.
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FILMOGRAFÍA COMO DIRECTOR
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LOBOS (2019) Largometraje Ficción. Director y coproductor. Con Daniel Fanego, Luciano Cáceres, César Bordón, Alberto Ajaka.

EL KARMA DE CARMEN (2014) Largometraje Ficción. Director y coproductor. Con Malena Solda, Laura Azcurra,Sergio Surracco, Manuel Callau.

CUANDO YO TE VUELVA A VER (2013) Largometraje ficción. Director y coproductor. Con Ana María Picchio, Manuel Callau, Malena Solda.

VECINOS (2009) Largometraje ficción. Director, coproductor y coguionista. Con Tina Serrano, Sergio Boris, Mercedes Funes, Juan Minujin.

TERAPIAS ALTERNATIVAS (2007) Largometraje ficción. Director, coguionista y coproductor. Con loria Bloise, Mario Bogado, Manuel Callau, Pablo Cerri.

DIRIGIDO POR… (2004) Largometraje documental. Director y coproductor. Con Lucrecia Martel, Adrián Israel Caetano, Daniel Burman.

CERCA DE LA FRONTERA (1999) Largometraje ficción. Director, guionista y coproductor. Con Ulises Dumont, Claudio Gallardou, Víctor Laplace

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