Cine y Series
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227 lunas, de mentira 

En su ópera prima Telma, el cine y el soldado, la directora Brenda Taubin ensayó un proyecto de comedia documental. A partir de la carta enviada a un soldado durante la guerra de Malvinas, la realizadora conectó a diferentes personajes en una búsqueda disparatada que marcó su sello como cineasta. En su última película 227 lunas cambia la temática, pero mantiene su mirada sobre lo que podríamos llamar pequeñas grandes historias.

 
 
Alejandro Martín es un estudioso de la astronomía y los misterios del espacio. Desde hace varios años arma planetas a escala de manera artesanal, un hobby que con el paso del tiempo se convirtió en una obsesión. A diferencia de Telma D’Andrea, la extrovertida protagonista de su primera película, Taubin encuentra ahora un personaje mucho más reservado y tímido.
 
 

Alejandro recibe un encargo de la Agencia Espacial Europea, le piden armar 227 lunas en miniatura como souvenires de una misión rumbo a Júpiter.

 

Brenda Taubin  Egresada de Diseño de Imagen y Sonido (UBA) y de la Escuela de Arte Dramático de Buenos Aires. Dirigió: Telma, el cine y el soldado (Bafici ‘22), varios cortos y programas para Canal Encuentro y DeporTV.

   
 
 

FICHA TECNICA

Dirección: Brenda Taubin
Guion: Brenda Taubin
Producción: Carolina M. Fernández, Jorge Leandro Colás, Murielle Thierrin
Producción ejecutiva: Carolina M. Fernández, Alexandre Collombier
Compañías Productoras: Salamanca Cine, Aldabra Films
Jefa de Producción: Carolina Porte
Dirección de fotografía: Aylén López
Montaje: Karina Expósito
Dirección de arte: Noe Volpe
Sonido: Daiana Fernández, Carlos Olmedo
Música: Andrés López Feijóo

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El origen: «Alejandro es la pareja del papá de una muy amiga mía con la que hice toda la carrera de cine de la facultad y pude conocer en primera persona su trabajo con los planetitas artesanales. Cuando él recibe la propuesta de la Agencia Espacial Europea veo la emoción y el desajuste que le causa porque al principio no lo cree. La película arranca con la aventura de contar cómo alguien común de barrio, que hace algo como hobby, de repente puede ser parte de una misión espacial; algo que soñó toda su vida pero que tal vez no cuenta con la estructura o las herramientas como para cumplir ese pedido. Ambas misiones son las que se cuentan en la película: la de Alejandro haciendo los planetas y la misión del espacio en busca de vida por fuera de la Tierra».

La comedia documental: «Me gusta la idea de mezclar el documental con otros géneros para romper un poco la estructura, me parece interesante como desafío. En este caso, además, la comedia entra también desde lo absurdo, con el pedido que recibe Alejandro y lo que le pasa a él a partir de eso. Hay algo que por ahí los diferencia a Ale y a Telma (D’Andrea, protagonista de Telma, el cine y el soldado) y es que a Telma le encanta la comedia y hacer reír, es una protagonista súper fácil porque no le importa nada. Ale, en cambio, es muy sensible. Me parece un lindo contrapunto».

 
 
Alejandro y la película: «Cuando tenía el tráiler le dije si lo quería ver y me respondió no estoy preparado. Me preguntaba cómo iba a ser para ver una hora y veinte de película con su cara casi el ciento por ciento del tiempo en pantalla. Pero pasó un día, vio el tráiler y me dijo me gusta, creo que voy a practicar el ejercicio de desvincularme de la pantalla, voy a ver la película con ese Alejandro y a tratar de no pensar que ese que soy yo. Creo que las funciones en BAFICI tuvieron algo de contención porque estaba toda su familia y sus amigos, un público muy amoroso que le festejó todo».

Acompañar la aventura:

 «Al principio Alejandro dudaba de todo. Lo invité a ver Telma… Cuando salió del cine, nos tomamos un café y me dijo no sé si voy a poder hacer lo que me piden a mí, pero yo quiero ayudarte a vos a que puedas hacer películas. Hay algo real en esto acompañarse que tiene que ver con la película yendo a todas partes y estar cerca de los involucrados».

Referencias de otros documentales: «Había visto películas que por ahí rompían la cuarta pared y que, de una forma u otra, mostraban el artificio. Yo también tengo una formación en teatro. Me acuerdo de El loro y el cisne (N. del E.: del director argentino Alejo Moguillansky, estrenada en 2013), por ejemplo, donde la protagonista se enamora del sonidista que está detrás de cámara. Cuando tenía la película escrita y todo estaba ya encaminado, vi en el cine un documental español Muchos hijos, un mono y un castillo (del cineasta español Gustavo Salmerón, de 2017). Es una película sobre un hijo que retrata a su madre, que es una mujer grande, que vive en un castillo y todo es muy disparatado. Cuando la vi pensé que se podía hacer algo así».

Fuente: Linea Documental

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