Sinopsis:
Después de una dura campaña al frente del Ejército del Norte, Juan José Castelli (1764-1812) cae en desgracia como revolucionario y queda solo, enfermo y empobrecido. Es entonces cuando rememora los momentos claves de su vida y los hechos históricos en los que su presencia fue decisiva. Se reconstruye así su enérgico apoyo a la Revolución de Mayo de 1810, el Cabildo Abierto del 22 de Mayo, la jura del 25, el fusilamiento de Santiago de Liniers y de jefes realistas, la arenga de Castelli a los pueblos originarios ante la Puerta del Sol de Tiahuanaco, y otros sucesos vividos por Bernardo de Monteagudo, Manuel Belgrano y Mariano Moreno.
Intérpretes: Lito Cruz, Luis Machín, Juan Palomino, Ingrid Pelicori, Adrián Navarro, Antonio Ugo, Osqui Guzmán, Edward Nutkiewicz, Hugo Álvarez, Carlos Kaspar, Mónica Galán.
Dirección: Nemesio Juárez.
Proyección:Disponible también en Cine.ar Play
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La película desde mi butaca.
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Ver parte de la historia argentina como un contenido cinematográfico, implica un verdadero desafío ético y estético. La revolución es un sueño eterno es un relato que transita entre lo escrito por los vencedores de todas nuestras contiendas históricas.Triunfadores que lograron instalar un discurso sobre lo que pasó, son interpelados por la relectura. Apoyada en disputas políticas, la elección de buenos y malos, no responde más que a intereses y al lugar que se ocupa en la pirámide de poder. La literatura tiene su dualidad ideológica y el cine también.
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Esta película es un espacio intermedio entre una historia contada para construir un sentimiento patrio, desde un supuesto pasado glorioso, y un relato novelado trasladado a un marco audiovisual. Los hechos que se recrean lo son desde la mirada de una de las personalidades más importantes de uno de los bandos. Castelli es una presencia que desde la actuación de Lito Cruz, hasta las tomas en primerísimos primer plano de todos los actores, el director humaniza y agiganta. Es el propio Castelli, desde su vejez enferma, quién dispara los hechos a la pantalla. Un cónclave de sediciosos que conspiran a escondidas, lo coloca junto a Mariano Moreno y Manuel Belgrano, como hombres de acción y retórica beligerante. Deshacerse de España los lleva a pensar en una alianza, solo comercial, con Inglaterra. La idea es conseguir la independencia y una vez alejados los realistas españoles, que amenazan su proyecto político, decidir por sí mismos incorporando a todos los que formaban el virreinato.
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Este desafío está elaborado con una mirada televisiva, donde los gestos y las miradas son la fuente que impulsa la historia.Los diálogos son solemnes y pierden naturalidad y sentimiento, pero están en sintonía perfecta con el aire melancólico que la película intenta imponer. Es de todas maneras una conmoción escuchar a Castelli y Moreno, los dos escapan a esa historia edulcorada y muestran el temple de quién sueña con una verdadera revolución. La trama tiene tiempos paralelos, el juicio y las circunstancias que se juzgan, se alternan. El cabildo abierto es un acierto, la representación está muy bien lograda y muestra una imagen que emociona con su sola presencia.
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Si hay que fusilar se fusila, es la sentencia que sobrevuela y allí, hechos y actitudes tensan una historia que no amaga con tonalidades difusas y pone blanco sobre negro.
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La película instala un discurso poco rescatado por los libros de historia en las escuelas primarias. La reivindicación de lo que es una revolución y de la humanidad de aquellos hombres puestos en situación, con sus arrugas, dolores y sobre todo pasiones personales. La fuerza que instala esta recreación histórica, bien ambientada, bien actuada, nos mantiene pendiente de aquello que cuenta. Hay un hilo conductor y en este caso, es una tristeza por lo que se pudo hacer y no se hizo. Es un producto artístico, histórico, didáctico y que tiene el temple que los sucesos arrastran mas allá del tiempo cronologico.
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Los valores que impulsan a pelear hasta aniquilar al enemigo, se recrean y de alguna manera asoman como parte del ADN de esa construcción, a sangre y fuego, de lo que hoy es nuestra república.
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Juan José Castelli.
Castelli a uno de los principales impulsores, junto a Mariano Moreno, de la radicalización del autogobierno decidido a avanzar en la autonomía del cuerpo político recién creado. En ese marco se involucra en el frente bélico de la revolución. Primero asegurando la desarticulación de la resistencia cordobesa, primera crisis militar de importancia, transformada en “una posición estratégica y relativamente cercana a la capital”, que culminó en el fusilamiento de Liniers. Luego, designado representante de la Junta, asumiendo la Jefatura política del Ejército Auxiliar, con destino al Alto Perú, concentrando amplias facultades con la intención de conservar la plata potosina y la base territorial y política del nuevo gobierno. El triunfo de la batalla de Suipacha (1810) no era más que el final de aquella expedición clave que pasaría (en búsqueda de la lealtad de sus cabildos) por Córdoba, Santiago del Estero, Tucumán, Salta y finalmente hacia Potosí, donde “la revolución se dirimía por las armas en ese territorio que lindaba con el poderoso virreinato del Perú.
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