a.Una producción de Aleph Media & CineMato.

Sinopsis
Un pibe de barrio transformado en ídolo musical solo comparable al mismísimo Elvis Presley, quién fue, a su vez, su ídolo.Guiada por la voz de Sandro, una cámara subjetiva que lo encarna a él mismo, construye escenas de su vida pasada, recuerdos de su niñez, de su familia, de sus maestras, de su adolescencia, de sus amigos, de sus padres y de su amor por la música.
Ficha Técnica
Dirección: Miguel Mato

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Mato se define como un «autodidacta» y un «contador de historias». Fue director de cine publicitario hasta 1999 y actualmente dirige sus propias producciones, tanto documentales como ficcionales, aunque no le gustan demasiado esas etiquetas. También dirige programas televisivos para Argentina y el exterior, co-dirige el Festival Internacional de Cine Político (FICIP) y es jurado en festivales de cine nacionales e internacionales.
Asistente de Dirección: Eduardo Spagnuolo
Director de Fotografía : Ricardo de Angelis
Directora de Vestuario: Villariño Marcela
Directora de Arte: Ana María de Los Angeles Chacon
Director de Sonido: Gaspar Scheuer
Montaje: Emiliano Serra.
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Ficha Artística
Roberto Sanchez
Daniel Valenzuela
Carlos Portaluppi
Celeste Gerez
La película desde mi butaca.
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Quizás podría pensarse que es fácil hacer un documental que registre la historia de un artista tan personal, pero lo que es indispensable en estos casos, es estar a la altura de su rango artístico.”Yo, Sandro” supera las expectativas de cualquiera que pretenda saber cómo fue su vida. Miguel estructura el relato desde una cronología que nos ubica en un tiempo, desde las raíces que permitieron que Roberto Sánchez germine a Sandro. Ese muchacho de barrio es por momentos un prototipo de una época con una pertenencia que lo ata a lo barrial y popular. Sandro nació desde la fuerza del Rock y se consagró con canciones populares, entre románticas y más pop, que siguen sonando mas allá del lugar de donde vino.
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No es una historia novelada, ni edulcorada, es lo que fue y ese es el mérito. No hay en Roberto conductas de autodestrucción en sus comienzos, hay un desafío inconsciente y voluntarista a ser algo que se parezca a Elvis, y bien que lo logra. Conmueve a un público con su desenfreno físico y su carisma personal, impone esa frescura optimista que seduce a miles de jóvenes que lo sueñan como su príncipe azul. Roberto está dentro del rock y desde allí avasalla, se prende fuego, atropella y el documental acopla todas las etapas en una sinfonía perfecta. Su voz como relator omnipresente es un hallazgo artístico que no permite la mínima distracción. El recuerdo de su personalidad está expuesta en un interminable desfile de imágenes de archivo que lo descubren y redescubren La dirección de la película se ha impuesto la meta de mostrarlo en una catarata situaciones diferentes: sus viajes, su casa, sus autos, la euforia de los que lo idolatran, todo avanza y se multiplica, construyendo un relato que parece nunca detenerse.
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La trascendencia que este pibe argentino y del conurbano bonaerense, destila en cada presentacion en un escenario, está ahí y podemos verla. Un collage de situaciones tan bien enlazadas, hará inevitable volver a ver la película una y otra vez. La idea es tenerlo presente y “Yo Sandro” logra la magia de traerlo a la vida.
Archivos fotográficos inéditos de audio y en super 8, filmados por Roberto Sánchez, recorriendo momentos e intimidades, son un material fílmico nunca visto de su paso por escenarios.
La primera parte nos muestra a un muchacho que se dice callejero y “no de la calle”, un tipo que recuerda cómo era lavarse la cara con el agua de una olla, que salía a repartir vino en bicicleta, que escuchaba la radio y tenía en sus amigos espejos donde reflejarse. Un ambiente familiar afectuoso y contenedor en un tiempo donde el barrio era una extensión de la casa, y los vecinos tenían algo de esa autoridad paterna para poner límites a los pibes que aprendían a conocer su entorno. Las imágenes tomadas por el propio Roberto. nos hacen ver lo que él veía y nos acercan definitivamente al ídolo. Fotos de sus formaciones, de su primeros grupos, estan en blanco y negro y sus miradas y los atuendos, nos ubican en tiempo muy diferente al que hoy es el nuestro.
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Conocer la dimensión de un cantante popular es emocionante, pero cuando este tiene las características de Roberto Sánchez, es una aventura. Miguel Mato se interna en lo que ese fantasma arrastra hasta el dia de hoy. Es una composición sociológica pensada artísticamente, es un cine testimonial que se construye desde una dinámica visual que no da respiro. Imágenes de Sandro en los EE.UU y en latinoamérica, con un fondo vocal de su fanáticas emocionadas elogiando, es una postal de lo que se quiso hacer y se logró. Un cine que hable de aquellos artistas que nos representan. Miguel le escapa al proceso final de Roberto, cuando los problemas físicos fueron apagando a ese Sandro que se contorneaba para un publico que todavía lo respira, como a una pitada de humo en su homenaje, recorriendo las calles del barrio de Banfield.
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