Isla de los estados, El instante perfecto

Abel hace gala de un relato que sincroniza con las imágenes, las mismas son de una grandeza que supera lo que la lente rescata.El documental es una travesía acompasada y a ritmo del movimiento de un mar que no se cansa de impactarnos.El barco es la base desde donde Abel se instala para compartir lo que ve. Rocas enormes que se conjuran en dar su impronta de poder natural en su máxima expresión.Los paisajes son solitarios y eso los agiganta, los recubre de misterio e historias justificadas en los testimonios de aquellos que lo surcaron, pero en este diario de viaje, el director conspira para que nos inventemos las propias.Su genuina emoción no está desbordada, simplemente se inhibe ante lo que enfrenta. Una isla rodeada de un mar que no descansa, en el punto más alejado de nuestro país y donde existe el faro más lejano del mundo, restaurado en homenaje a su incansable resistencia. Allí una unidad militar hace una guardia permanente. El interior del faro es acogedor y cálido.Hay caminos o sendas semidestruidas en los alrededores, pero son solo una anécdota instalada en su intersección con un cielo que invita a la observación silenciosa.Abel construye un relato perfectamente instalado en ese contexto de paisajismo extremo.El elige las palabras y siempre está a tono, nada de lo que dice está exagerado, para ello está esa naturaleza a la que filma, haciéndolo todo el tiempo a su alrededor. 

 

.