Sinopsis
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Natalia sufrió una de las pérdidas más importantes en Montevideo, Uruguay y decidió ir a recuperarse a Cabo Polonio, un paraíso terrenal y turístico, en el que en invierno viven solo 60 personas completamente aisladas, sin luz, gas ni agua corriente. En la lucha por superar sus crisis internas, Natalia vive el día a día en su refugio natural, que a veces se torna hostil, encerrado y desolado, junto a los pobladores del lugar. Con sus playas perfectas y sus crepúsculos pictóricos, Cabo Polonio puede ser el destino idílico para aquél que busca desconectarse del mundo (o, nunca más apropiado el cliché, desenchufarse). Sin embargo, y como bien lo expresa Natalia, apenas arranca el documental de Rosenfeld y Garisto, los escasos habitantes que quedan para resistir el frío fuera de la temporada turística, no están ahí “por nada”.
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Dirección y Guión: Daiana Rosenfeld y Aníbal Garisto
Producción: Daiana Rosenfeld y Aníbal Garisto
Fotografía: Federico Luaces
Montaje: Federico Fogo, Daiana Rosenfeld y Aníbal Garisto
Sonido: Gaspar Scheuer
Duración: 76 min
Origen: Argentina, 2011
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El documental desde mi butaca:
Natalia en un primerísimo primer plano nos mira a la cara, esa mirada es una radiografía de su estado de ánimo y de lo que intenta encontrar en un ambiente distendido y rústico, decidido a convocar a turistas que solo vean su imagen, cuando esta se refleja en el agua. Este es el comienzo de un documental que pone un pie en la belleza de su fotografía y otro en la necesidad de distancia de un grupo de personas que intentan tomar de la naturaleza su poder curativo. Cabo Polonio es una playa de Uruguay donde no hay luz eléctrica, ni gas, ni agua corriente y la vida es inevitablemente más artesanal, por decirlo de alguna manera.Los turistas encuentran, por lo menos lo intentan, un ambiente propicio para la introspección o la desintoxicación electrónica.
La actual vida ciudadana es un conjunto inevitable de consultas al celular y atentas miradas a pantallas que nos constituyen en los hombres productivos y conectados que el sistema de consumo masivo necesita.Este es el contexto en donde la protagonista central nos instala.La soledad es indispensable para callar algunos demonios internos en muchas personas que han sido lastimadas. Las imágenes de las playas estan construidas desde una mirada artística que provoca nuestros sentidos.
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Los directores escriben con fotogramas una poesía que destila una verdadera sensación de asombro.
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No todo es paisaje, la pantalla expone con naturalidad, acorde al lugar, personalidades transparentes y situaciones pasadas que han motivado a sus autores a quedarse. Si saberlo cada uno de los reflejados por la cámara suma mucho, desde su lenguaje particular y su historias de vida, a este collage lleno de paisajes. Las tareas se realizan mayormente a mano y con la impronta de ese hacer histórico. Las charlas entre los pocos habitantes va exponiendo, como en una juego de cartas, lo que cada uno tiene en su mano y a cuentagotas comparte.
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Natalia debate con su compañero sobre la necesidad de continuar con su terapia, se reconoce vulnerable y como la punta de una iceberg, se convierte en el simbolo de los que alli habitan.La inmemsidad del mar y su entorno es un imán hipnótico que se instala con un derroche visual de texturas y colores. El documental es gestor de una melancólica paz que nos seduce y de la que no podemos escapar. El cine es imagen y sonido, en una mezcla a gusto de su director y de la historia. «El Polonio» acierta en las cantidades, lo que se dice explica plenamente como todo se enlaza y se trenza, construyendo lo más importante para un espectador, el placer por mirar.
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