Un documental desde el olvido provocado, al olvido soportado, por una enfermedad y una historia que se desvanece y reaparece por momentos en cada foto.
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La enfermedad de su padre fue el disparador de un hecho emocional que da por resultado un hecho artístico. Un compromiso con esa misma memoria que se desvanece frente a él y hace de puente, para reencontrarlo con ese papá del que se había distanciado.El documental construye un hilo histórico. Desde la juventud de esa pareja joven, con la actitud política que aquellos años generaba y en la que Héctor filmaba a Marta y luego a sus hijos, para intentar retener momentos y destellos de una felicidad momentánea, que actuaba de telón a cierta melancolía que siempre los rondaba. Una voz narra, como una guía, este viaje visual por un tiempo histórico familiar y político.
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La desaparición de Marta es la grieta que se instala en la vida de los Prividera. Las cintas nos recrean una Buenos Aires setentista y una Mar del Plata casi como un decorado. La voz en off es en tercera persona y habla de un hijo que no recuerda y de un padre que intenta olvidar. Marta es el núcleo y brilla su sonrisa en cada cuadro que la rescata.Héctor sonríe poco, pero intenta jugar con la cámara y relatar en imágenes una fábula con final feliz.
Hay citas a Gramsci y a Borges, entre muchos otros, en un relato pausado y que como un mantra da círculos constantes entre pasado y presente e impone un sonido que seduce e hipnotiza.
Adiós a la memoria (Argentina, 2020)
Dirección y guión: Nicolás Prividera.
Fotografía: Héctor Prividera y Nicolás Prividera.
Montaje: Hernán Rosselli.
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El realizador, intentando develar la verdad sobre su madre desaparecida, asoma a una reflexión sobre la memoria y su pérdida. La relación con Héctor se quebró en la juventud, cuando ambos abandonaron la casa familiar. ¿Qué es lo que le reprocha, que determinó el corte brutal. El realizador dosifica la información de forma indescifrable, sin dar más que imágenes recicladas que sugieren silencios “¿Cómo se llama ésta?”, pregunta Héctor Prividera ante una foto de Marta, “Marta Sierra… Marta Sierra…”, se esfuerza en recordar. “¿Era mi hermana?” “No, tu esposa” es la única respuesta que el hijo le da.
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El documental intenta y logra trazar la historia de una pareja. La desaparición de Marta y la atmósfera que se instala, entre padre e hijo, a partir de este episodio. Ese camino está construido desde la visual artística de un cineasta que trabaja minuciosamente cada cuadro y secuencia para la construcción de este relato. Una maratón de imágenes, que se aceleran y ralentizan, son un collage que superan la dramáticas razones de su composición.Es un viaje hipnótico por un pasado tan simple como sensible y seductor. Alguien que intenta recordar a quien desapareció, es el mojón de esta historia que como un fantasma, se esconde detrás de la belleza compositiva del cine.Un relato que intenta tomar distancia y lo logra, no busca un efecto específico, acompaña y guía. Es una especie de conciencia omnipresente que le otorga orden a la maravillosa catarata de imágenes que conforman: Adiós a la Memoria.
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