El desarmadero (Argentina, 2022).
Dirección y guión: Eduardo Pinto.
Fotografía: Fernando Lugones.
Edición: Joaquín Mustafá Torres.
Elenco: Luciano Cáceres, Pablo Pinto, Clara Kovacic, Malena Sánchez, Diego Cremonesi, Fernando Pérez.
Duración: 79 minutos.
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Un artista plástico, Bruno (Luciano Cáceres), pierde a su mujer e hija en un accidente de auto y le es imposible mantener la cordura frente a ese vacío.Internado en un hospital psiquiátrico, luego de un tiempo, logra convencer a su psiquiatra para que le otorgue permiso de continuar su tratamiento fuera del hospital.
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Roberto (Pablo Pinto), un amigo, le ofrece trabajar de sereno en un desarmadero y comienza vivir en una pequeña casilla dentro de un entorno de hierros y autos retorcidos y abandonados. Solo tiene que alejar a los que se inmiscuyen a robar.Tarea para la que le proveen de un arma que está dispuesto a usar. El desarmadero está en un lugar socialmente empobrecido, lo acecha ese mundo del que se alimenta el robo de autos y su reventa.
Bruno sobrevive a su propia tragedia a los tumbos, se toma en serio su función de garante de la propiedad privada, como su amigo le aclara, y eso lo habilita a disparar a quien la intente usurpar. Allí se va gestar, entre la oscuridad y el óxido de los metales, su tendencia a escuchar sonidos como preludio a las apariciones que vendrán a su cabeza, como un carrusel que no se detiene.
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Descubre que el vehículo donde se accidentaron fatalmente su mujer e hija está en el lugar y su realidad se comienza a evaporar para mezclarse con visiones de los muertos.Su mujer en el auto atrapada es claramente un espejismo tan vivo como la pobreza en la que vive.Deberá desarmar este trauma, pero no tiene ya la capacidad de diferenciar fantasía de realidad y su mundo se oscurece por el dolor y los delirios.
El mundo se torna trágico y el film lo refleja perfectamente, se llena de secuencias donde el protagonista intuye hay algo que no se ve.La direción es excelente, nos pasea por los diferentes lugares alimentado el suspenso.La apariciones fantasmales son un hecho que esta bien logrado y dosificado, solo lo necesario y para atormentar a Bruno. Su vida solo se interrumpe por la vista de su amigo para pagarle y darle medicación que escupe y no consume. A perdido cualquier amarre a la realidad y vuela a toda velocidad a la locura, en un lugar solitario y propicio para ello.La capilla donde pinta o el hospital psiquiátrico ubicado en medio del campo, estan en otro plano.Grandes espacios donde la tensión es otra, el misterio continua como flashbacks de un relato amaga por un lado y sale por otro.
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Es un thriller psicológico donde el protagonista intenta con el consumo de un cóctel de medicinas ubicarse del lado de los sanos, en una frontera difusa que en el mismo desarmadero se pierde constantemente. El lugar se presta para la inconciencia, la cámara gira por entre montones de autopartes, colocada en el ángulo exacto para generar el clima adecuado.La oscuridad y los pasillos son parte de una laberinto de donde el protagonista no escapa.La intensidad de las imágenes son tratadas con una delicada y puntillosa pulcritud visual. Se logra el suspenso y el terror. La locura y la cordura se enfrentan en un duelo final que parece ser un nuevo comienzo.
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