El silencio……...
Jaime había decidido filmar parte de las cosas que vivía, poniendo el foco en las relaciones que por entonces compartía en general y en su lucha política.Las historias cambiaron sustancialmente cuando decidió casarse con Monoma. Comenzó a registrar, sobre el antiguo material, escenas de su nueva vida.Sus nuevas tomas y encuadres actuaron como un telón que puso fin a una etapa, para dar paso al registro de una amorosa vida familiar.
Agustina nos cuenta el camino que siguió al reconstruir la historia de su padre.Un abogado y militante del partido Vanguardia Comunista, en la provincia de Córdoba, que mantuvo un actividad política muy comprometida hasta el punto de exigirse «ser» como los postulados de la revolución le marcaban.
Par lograrlo tuvo que esconder en las imágenes de su cámara y dentro de un círculo íntimo, una elección sexual que no era tolerada por la mística marxista. La misma fue siempre un tabú, pero en la década de los 70 era imposible no ser discriminado alejado de la heterosexualidad.Las dictaduras dieron vía libre a un machismo exacerbado que cometió todo tipo de abusos sobre estas elecciones sexuales.
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Cuando Agustina tenía 12 años ocurrió la desgracia del accidente. Fue su entorno familiar y la propia cámara en las manos de Jaime, los que se convirtieron en testigos. Reconstruir su historia era un desafío. Había que indagar por entre 150 horas de película de un pasado silenciado.
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Aquí comienza la historia, los viajes a Disney se filmaban sobre las vivencias de un grupo de travestis que hacen playback en un pequeño boliche del pasado. Esto expuso todo un mundo, cada vez más recurrente en cada cassette.Los viejos activistas políticos eran también parte de aquello a ocultar. Las fotos del casamiento mostraron al testigo por parte de Jaime, un obstetra muy amigo y su pareja durante 10 años, sin ningún detalle de su nombre. “Néstor” fue parte de su vida hasta que el contexto le fue poniendo barreras. Los tiempos trajeron el miedo al SIDA y el mundo gay se convirtió en el enemigo de quien escapar.
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Se suceden escenas donde el ojo está en esa hija que toca el violín, que recibe diplomas, que juega con peluches en Disney. También en el cuerpo de operarios de la construcción trabajando y un recorrido puntilloso por la estructura del David en el Louvre.El rompecabezas lo arman viejos amigos, familiares y hasta una ex pareja.Hubo un antes y un después en la vida de Jaime y ese mojón que cambió todo fue Agustina. Ella y Monona fueron el norte a seguir, sus motivaciones y padecimientos son parte del enigma silenciado.Las imágenes muestran una mirada tierna y sensible para con esa familia, los recuerdos registrados hablan de su compromiso afectivo.Su mujer mantuvo el silencio, el mismo que parcialmente respetan sus tías y algunos ex compañeros de militancia, que se incomodan ante el intento de revisionismo histórico.
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La compaginación y edición mantiene el ritmo y permite que aunque el relato no incorpore eventos nuevos, estemos pendientes de lo que ese misterio oculto nos pueda revelar. La elección de la textura, que consiste en viejas cintas de VHS, otorgan un color nostálgico que siempre está presente.Hay silencios y voces que aparecen sin imagen, son partes de aquello escondido y que todavía reclama su derecho a no ser visto.
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El papá de Agustina, antes de su casamiento, era un hombre homosexual que intentaba vivir sus deseos sin ser expuesto. Los viajes por el mundo con amigos y las fiestas en su departamento son partes de una vida que hoy no precisa censura. Así lo entiende su hija y directora del documental “El silencio es un cuerpo que cae” donde expone el alma de un padre que intentó siempre lo que ella misma está intentando, ser fiel a lo que siente.
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