Sandra Gugliotta elige documentar un episodio que es un símbolo de la cosmovisión capitalista: la imperiosa necesidad de mantener el margen de ganancias cualquier costo.Este paradigma es lógico desde la idea básica que un emprendimiento, cualquiera fuera, debe ser rentable y generar ganancias para subsistir y para adquirir sentido en la economía de mercado.
La directora tomó como referencia la experiencia francesa de Telecom, en la que el despido masivo generó una ola de suicidios y una instancia judicial sobre el acoso moral del empresariado.Fue inevitable encontrar un punto de encuentro entre la ola de suicidios y la ola de despidos. Sandra hace una transposición a nuestro país y se mete en la privatización de Entel y su programa de «retiros voluntarios» realizado en los 90s durante la presidencia de Carlos Menem en Argentina.
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La estructura del relato en una telaraña de testimonios que se diferencian e igualan simultáneamente.El desgarro del despido es anticipado por un acoso empresarial que busca provocar la renuncia Esta es solo una medida que intenta achicar costos y jamás se cuantifican las consecuencias emocionales que genera en sus víctimas.
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El hostigamiento provoca una catarata de episodios que atentan contra la salud física y síquica de los involucrados y sus familiares y en algunos casos impulsando su desesperación al abismo del suicidio.
Sandra redobla la apuesta y bajo la premisa científica que las mismas condiciones generan las mismas consecuencias, nos instala en el gobierno del presidente Menem y la privatización de la misma empresa en nuestro país.En este caso todo es más personal ya que las entrevistas involucran a su propio padre. Se retratan testimonios de ex empleados, ex delegados gremiales y ex gerentes de la empresa, en una verdadera autopsia al extinto régimen de \»retiros voluntarios\» que desplegó Telecom.
La película está relatada por la propia directora, involucrada desde lo emocional y desde lo ideológico. Su voz connota una sentimiento que intenta contenerse, pero destila subjetividades imprescindibles en un relato que siempre tendrá más de una mirada.Por eso es importante plantar bandera y hacer de la película una crítica al sistema.
Se descarta aquello que alguna vez se necesito y ya no es imprescindible.La sociedad de consumo intenta reducir la mano de obra a un eslabón o a solo una pieza de una estructura mayor. Este reduccionismo ideológico deshumaniza y precariza. El trabajador no es solo un engranaje, es la sustancia misma del sistema, tanto sea dentro trabajando o fuera consumiendo.
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Desde la película podemos establecer algunos puntos para el análisis.El concepto de empresa de servicios y bajo la órbita del estado, que considera prioridad este “hecho” que la caracteriza: dar un servicio.Luego y en una nivel que solo ese Estado medirá, será o no rentable en lo económico, pero a priori su existencia no será cuantificada en el dinero que recauda sino en el valor que su servicio otorga a la sociedad donde se instala.
Ahora una empresa privada es intrínsecamente un negocio que debe dar rentabilidad, ya que su funcionamiento depende de esa capacidad de generar dinero, por lo que su producción o servicio está supeditado a la retribución que se obtenga por el mismo.
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Un empleado de un sistema estatal de servicios en un país o región, que se instaló como un aporte al desarrollo de su sociedad, siente que su lugar adquiere la relevancia de un hacedor de la vida económica y social del lugar donde trabaja.
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Esta idea es con la que se construyeron las industrias en nuestro país, a partir de la convicción de un estado por producir algo para sí mismo y para el resto de la actividad. Luego el desarrollo derivará en emprendimientos privados que serán conexos a los primarios.
Y aquí es donde el empleado, que debe ser despedido, es acorralado a una lenta soledad que le obligue a entender su disfuncionalidad para con la privatización o reestructuración de la empresa.
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En los años 90 la empresa de telecomunicaciones Entel sufrió un proceso de privatización basado, entre otras razones, en la incorporación de nuevas tecnologías, indispensables para las nuevas necesidades y que el estado nacional, por entonces en manos del presidente Menem, no estaba dispuesto a invertir.
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Más allá de justificaciones empresariales, el documental demuestra claramente la identificación de los empleados con su lugar de trabajo. La mística de la pertenencia se contrarresta con un vocabulario de guerra. Los empleados serán perdidas en la batalla por la modernización,las acciones son avances en el campo de las comunicaciones y frente a los enemigos/ adversarios que les compiten.
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La guerra tiene como finalidad la aniquilación de la capacidad del enemigo a defenderse y aquí lo que se instaló es la imposibilidad del trabajador a mantenerse lúcido frente a cambios que lo sobrepasaron. La crueldad es una cualidad que anula la condición humana del otro y la esconde por entre los números que las cuantificaciones de utilidad construyen. Un documental que entristece, tan genuino y auténtico como fueron los hechos.Sandra jamás presiona, solo deja que los protagonistas cuenten parte de la historia. Y esta, es producto de la necedad de aquellos que solo entienden a la sociedad como un sinónimo numérico de su producto bruto.
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