La Leyenda del pianista en el océano (Legend of 1900) (1998)
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Por Hugo Bertone
Periodista digital
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Una de las misiones principales del cine es el poder transmitir emociones certeras, sensaciones y sentimientos que logren consolidar y tocar fibras íntimas, a través de reflejos de nuestra vida o simbolismos que se constituyan como hilos conductores para reencontrarnos con nosotros mismos.
Y una buena historia.
Y tener a quien contárselo.
Esta obra maestra de la cinematografía, contiene todo aquello que buscándolo o no, nos hará acercar a lo mejor de nuestro ser.
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Giuseppe Tornatore
El mundo Tornatore, director del film, vuelve a abrir abanicos de fábula, de sana risa y reflexiones serenas, en el marco de una profunda leyenda histórica. Un amplio relato sin grietas, remarcando el paso de humanos con esperanzas , dentro de un proceso en el cual existen severas diferencias de clase expuestas de modo explícito, pero sin caer en lugares comunes, como engrandecer a una de ellas y demoler a la antagónica.
De un modo superlativo, la intención del director es retratar la vida de un hombre poco común.
El relato se abre con las emigraciones masivas a los Estados Unidos. A bordo de un lujoso trasatlántico, además de elegantes burgueses, viajan también aquellos que pretenden mejorar sus vidas.El maquinista del la gigante embarcación llamada Virginia encuentra a un niño abandonado sobre un piano, lo adopta y le impone el nombre de Novecento.
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El barco es el hogar del niño, y los pasajeros,algo así como ventanas al mundo. Tras la muerte de quien lo adoptó, alguien descubre por azar el talento innato del niño para el piano. A través de la música, este entrañable personaje mostrará lo que siente dentro del limitado mundo de un barco que no se atreve a abandonar.
Poética y reflexiva, ‘La leyenda del pianista en el océano’ posee la conductividad justa y tan buscada del desarrollo fílmico agradable y entretenido mediante algo imprescindible para el alma humana: la verdadera Música.
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Constituida como factor de fundamento a lo largo de la obra, la partitura de Ennio Morricone nos generara esa sensación que ha hecho trascender en tantos trabajos anteriores, amalgamar imágenes y sonido para lograr así una unidad indestructible y siempre recordada.
Su línea argumental en modalidad Flashback se produce a través del relato de uno de sus protagonistas, quien se encuentra transitando una situación límite. La historia que describe resulta interesante y atrapante, pasa a formar parte de aquellos mitos que no se sabe a ciencia cierta si existieron o no.
Nuestra historia humana posee muchos de ellos. Podríamos creer o no este relato, pero al igual que para muchos de los personajes del film,valdrá la pena escucharla y observarla. Todo aquello que forma nuestro conocimiento, proviene de la información y los segmentos históricos que conocemos como auténticos.
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Pero qué es lo real o Irreal?
Lo que adoptamos mediante una formación de creencias que damos por certeras sin salir del esquema impuesto? Cada secuencia que se observa nos producirá un grato sabor, desde la concepción de conocer sucesos que movilizaron las cuestiones del alma.
El realismo mágico se sucede con un vuelo distinto,dentro de la estructura de una máquina.
Sus protagonistas juegan los roles exactos. Pruitt Taylor Vince, el eterno actor de reparto que posee una calidad única para constituir roles humanos y sinceros como Max Tooney, un trompetista muy particular,en un contrapunto único con su amigo, el inmenso Tim Roth , uno de los mejores actores contemporáneos, en el rol de Novecento,el prodigioso pianista y ser de conceptos diferentes.
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Su mirada de un mundo que jamás pisó, sus análisis breves pero efectivos, el tema y conflicto de su falta de identidad y lazos familiares y el trabajo que demuestra a través del método de digitación para piano, al que se tuvo que someter para concretar el rol, lo convierten realmente un una leyenda de la actuación fuera de eufemismos.
De magníficos decorados y soberbio vestuario, con una dirección de arte y montaje sumamente ponderable, esta obra es casi un «Cinema Paradiso» pero en el océano, puesto que rescata el amor verdadero hacia un arte y las virtudes de la humildad y el respeto.
El valor de la amistad real y tangible está puesto de manifiesto en una obra concebida a finales de los 90, tiempos en los cuales se preparaba el desembarco furibundo de lo tecnológico a nivel masivo.
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Este tipo de filmes y con esta profundidad, nos hará entender, fuera de lirismos, la hermosa introspección que se plantea como estructura de trabajo. Regresar a una comunicación plena y honesta. Hecho que urge rescatar en tiempos de un presente enfocado casi exclusivamente en lo virtual.
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Sin salir del Barco, pero con el corazón abierto.
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