
Fuego en Casabindo, una película de Miguel Mirra
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El documental es una búsqueda del significado de la novela de Héctor Tizón, Fuego en Casabindo, indagando en su contenido y relacionándolo con la vida del autor. Las mismas preguntas se le hacen a la ópera homónima, adaptación de la novela, por el compositor Virtú Maragno. El tema central que atraviesa el interés de ambos artistas es la resistencia de los pueblos puneños a la usurpación de sus tierras, haciendo foco en la gran rebelión de Casabindo y Cochinoca, de 1874, donde los collas son derrotados por el ejército en la batalla de Quera.
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Para comprender este proceso, el documental incluye la participación de investigadores sociales, que ponen en contexto etnohistórico, histórico, social y cultural el tema de la novela y la ópera. Al mismo tiempo rescatan las supervivencias en el presente de esta resistencia. Mientras tanto, se presenta en escena una puesta teatral que sintetiza lo abordado en la novela y la ópera dándoles, a su vez, sentido ritual y significación a la lucha del pueblo coya.
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El paisaje de la Puna es intervenido por un funeral de nativos al compás de una música de ópera que preanuncia una tragedia.Y desde esta concepción del arte imbuido en el dolor, es que se gesta el hilo conductor del relato.Un muchacho que se redescubre Coya, gracias a la literatura de un escritor que rescata hechos e identidades a las que el mismo pertenece y dan el pie para un recorrido histórico, casi en forma de una crónica de la explotación.
La historia está documentada con fotos y la explicación minuciosa de quienes tejen los hilos de un entramado que se retroalimenta constantemente. La novela, detrás del relato, es musicalizada por un artista con genuina pertenencia al lugar, y adaptada a la estructura de ópera por otro que tiene el mismo compromiso. El resultado es un interpretación por actores que con su voz y su cuerpo emocionan y sensibilizan. El director construye un collage rico en aristas que se amalgaman a la perfección. Es un documento políticamente vivo; aborígenes saqueados por un estado cómplice y en favor de latifundios que los explotan como mano de obra barata. No falta la cronología épica de las viejas luchas por sus derechos y contra ejércitos mejor armados.
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Las voces de parientes cercanos al escritor y juez Héctor Tizón, lo enaltecen por su integridad cultural. La hija del compositor Virtú Maragno, cuenta las intenciones de su padre en rescatar sonidos que hacen a la identidad de los pueblos. Los demás aportan mas detalles a una obra que ofendió a los abonados del teatro Colón, cuando no soportaron a un Coya como personaje central.
Esta es una obra integral, un hecho artístico y político sencillamente impecable, en su didáctica y en su construcion artistica.La dirección va recoriendo entrevistas, lugares y músicas, que son el color de la mismísima marginación, y que abastecen nuestra empatía con aquellos obligados a mendigar lo que es suyo. Ver esta película configura nuestra idea de nación.Somos espectadores de aquello que por lejano, no deja de involucrarnos.
Hacer cine con una mirada netamente cuestionadora es una convicción que Mirra asume desde siempre. El contenido es básicamente el camino de un pueblo desde su origen pastoril, a ser parte de una clase obrera explotada. La consolidación de la marginalidad en manos de un poder que los fagocita, mediante expropiaciones y posteriores entregas a ingenios azucareros, solo se suaviza con la composición visual del color de los ambientes y la nobleza en los rostros de aquellos habitantes de la que será para siempre SU TIERRA .
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NOTA DEL REALIZADOR
En varios de mis documentales trabé relación con los pueblos originarios, con la búsqueda de una identidad con la que pudiera identificarme. He encontrado una intención parecida tanto en la novela de Héctor Tizón, como en la ópera de Virtú Maragno. A partir de esa premisa, decidí abordar la realización del documental Fuego en Casabindo como un intento por develar las implicancias profundas de esas búsquedas en estos autores y sus concreciones en las obras, literaria en uno y operística en otro. Al mismo tiempo, pensé en compartir esas búsquedas para alumbrar de algún modo una identidad social y cultural que dé sentido a nuestras luchas cotidianas contra la alienación y la opresión.
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FICHA TÉCNICA
Guión y Dirección: Miguel Mirra
Dirección de Fotografía: Damián Barrera
Edición: Miguel Mirra
Música: Virtu Maragno y El Ekeko
Productor/es: Miguel Mirra
Año: 2022
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MIGUEL MIRRA
Es realizador cinematográfico, orientado al cine documental y social, guionista y docente. Los temas que atraviesan sus obras están relacionados con las luchas de los pueblos ignoradas o silenciadas.
Entre sus realizaciones se destacan su primer documental de largometraje Hombres de Barro (1987) sobre la lucha de los collas por sus tierras. Más tarde, realiza la segunda parte denominada Crónica de un extraño (1998), sobre la historia de un joven colla, Nazario, que viaja a Buenos Aires para convertirse en boxeador, renegando de su comunidad. La trilogía se completa con la ficción documental Lejos de casa (2000), en la que Nazario reconoce su origen al tiempo que se incorpora a la lucha social en un barrio del conurbano.
Miguel Mirra realizó documentales biográficos, como Adolfo Pérez Esquivel. Otro mundo es posible (2010); Darío Santillán, la dignidad rebelde (2012); y Norita, Nora Cortiñas (2013). Y, entre otros, Tierra de mujeres, De artistas y de locos, Los ojos cerrados de América latina, Tiempo de labranza, Autogestión y La búsqueda.
Con una larga carrera como cineasta documentalista, que incluye «Hombres de barro»,su ópera prima,los docudramas «Después del último tren» y «Crónica de un extraño» y sobre todo «Adolfo Pérez Esquivel. Otro mundo es posible» «Norita, Nora Cortiñas» y «Tiempo de labranza», Mirra explica con orgullo que la película visibiliza una historia casi desconocida.
«Un joven profesor de filosofía, me dijo que conocía lo que había pasado en las batallas entre coyas y terratenientes, incluso de la derrota que había sufrido la gente, pero que nunca había hecho la relación de que los expulsados de la tierra de ese momento se convirtieron en la clase obrera jujeña.» Miguel Mirra
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Mirra explica con orgullo que la película visibiliza una historia casi desconocida.
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¿Qué te impulsó a abordar «Fuego en Casabindo» desde el cine?
Miguel Mirra: Ya en mi primera película, «Hombre de barro» en 1988, que era un documental sobre los aborígenes marginados en Jujuy, me interesé por la provincia, fui varias veces, hice algunos trabajos para visibilizar el reclamo de tierras de los collas, y por aquellos años me enteré de que había una ópera basada en la novela «Fuego en Casabindo», de Héctor Tizón que yo había leído hacía mucho tiempo.
Ahí me puse a investigar con el actor Guillermo Chávez, que ya había trabajado conmigo en dos de mis ficciones, «Después del último tren» y «Crónica de un extraño», con él fuimos por dos cuestiones, la lucha por las tierras en el Norte argentino y en particular en Jujuy y por otro lado el tema de la identidad, muchas veces negada para el pueblo de la Puna y la necesidad de hacer una puesta teatral protagonizada por él en relación a la novela y a la opera que llegó a montarse en el teatro Colón en 2004.
Pero luego Guillermo falleció y me dije, «la voy a hacer igual», por eso la película es un poco un homenaje. Finalmente me contacté con el director de la Escuela Provincial de Teatro de Jujuy, Gerardo Albarracín, que fue el que se hizo cargo del papel.
La novela de Tizón rescata la lucha heroica de los pueblos de la Puna por es derecho a conservar sus tierras. ¿Creés que en la actualidad los habitantes de la región saben y tiene conciencia del carácter de sus ancestros?
M: La lucha era contra los hacendados y es cierto, o no a conocían o sabían muy poco. Y de alguna manera esto es un plus para nosotros, porque haber podido llevar esta historia de ellos para compartirla con ellos explica en gran parte la repercusión que tuvo la película allí. Pero además fue importante en los sectores más intelectuales si se quiere, en donde también penetró la historia. Como ejemplo puedo mencionar a un joven profesor de filosofía, que me dijo que conocía lo que había pasado en las batallas entre coyas y terratenientes, incluso de la derrota que había sufrido la gente, pero que nunca había hecho la relación de que los expulsados de la tierra de ese momento se convirtieron en la clase obrera jujeña. Esto es extraordinario porque cierra la historia, saca del pasado a la rebelión de los collas del siglo pasado y lo trae al presente.
Es curioso que exista una ópera sobre la primera novela de Héctor Tizón y que prácticamente haya quedado en el olvido
M: Es cierto, por diferentes contactos llegué a Cecilia, hija de Virtú Maragno, el autor de la ópera. Ella me facilitó fotos y un video sobre el estreno en el Teatro Colón, de lo cual usé lo que pude porque estaba filmado en VHS. Pero bueno, para mi la ópera tiene algunas dificultades, sobre todo la adaptación, que traslada lo rural a un ambiente urbano.
En la actualidad los límites del documental se desdibujaron casi por completo y tu película no solo recurre a los testimonios, sino que juega con la ópera y a la vez introduce lo teatral. ¿Cómo llegaste a esta idea en la puesta?
M: Sí, primero empezamos con unos textos para que se leyeran en el escenario, después con Gerardo (Abarracín) nos entusiasmamos, así que incorporamos a Flavia Molina y también la música, es decir, se complejiza también con la idea de que después quede como una obra de teatro autónoma.
Pero la verdad es que yo había hecho algo parecido en «Eduardo Pavlovsky. Resistir, Cholo» (2018), donde había tres escenas teatrales, así que no me es un territorio desconocido.
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¿Cómo creés que va a ser tomada tu película, que trata sobre la lucha desigual de los habitantes de la Puna, por los espectadores del presente?
M: En Buenos Aires no tengo idea, pero en el norte fue extraordinario, la propia gente del pueblo de Casabindo se movilizó muchos kilómetros para llegar a ver la película que se proyectó en una escuela y para mí, como documentalista, con la repercusión que tuvo en ese lugar yo ya estoy hecho
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HÉCTOR TIZÓN
Entre 1943 y 1948 vivió en Salta, donde cursó el secundario y publicó sus primeros cuentos en el diario El Intransigente. Formó parte del grupo regional La Carpa, formado en la década de 1940 por las provincias del noroeste argentino.
En 1949 se radicó en La Plata. Diplomado en Derecho en el año 1953, inició en 1958 su carrera diplomática. Fue agregado cultural en México, donde se vinculó con los escritores Juan Rulfo, Ernesto Cardenal, Ezequiel Martínez Estrada y Augusto Monterroso, y cónsul en Milán. Abandonó la diplomacia en 1962 y, de regreso en Argentina, desempeñó brevemente el cargo de ministro de Gobierno, Justicia y Educación.
Dirigió el diario Proclama. En 1976 se exilió en España, donde trabajó en editoriales, diarios y revistas.
Representó como convencional a su provincia en la Convención Nacional que, reunida en Santa Fe sancionó la reforma constitucional de 1994.
Su primer libro fue publicado en México en 1960, A un costado de los rieles. Dejó once novelas, entre las que se destaca Fuego en Casabindo, donde narró las voces de vivos y muertos desde la perspectiva de los pueblos originarios.
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VIRTÚ MARAGNO
Nacido en Santa Fe en 1928, Maragno comenzó sus estudios en su ciudad natal. En Buenos Aires, Luis Gianneo fue su primer maestro de composición, mientras que en piano tomó clases con Antonio de Raco y Vicente Scaramuzza. Una beca que le permitió continuar sus estudios de composición en la Academia de Santa Cecilia de Roma con Goffredo Petrassi, y de dirección coral con Franco Capuana, en 1959 lo puso en contacto con la vanguardia musical de la época.
Maragno trazó un camino personal, algo que se trasluce en la combinación de técnicas compositivas empleadas en esta ópera, que contó con libreto de Eduardo Rovner y Bernardo Carey.
Así, en «Fuego en Casabindo» se encuentran ritmos populares estilizados, como la habanera. Es una fiesta popular con fuerte anclaje tonal. También llega a distintos tipos de canto y canto hablado.
Ganó el Primer Premio de la Asociación Amigos de la Música (1952), de la Municipalidad de Buenos Aires (1954), el Primer Premio del Festival Latinoamericano de Música del Sodre de Montevideo (1957) y el primer premio Nacional de Música 2002.
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