El film del director argentino Juan Pablo Di Bitonto, que se realizó en el Norte argentino y viralizó una realidad social y cultural del lugar, puede verse por la aplicación CINE.AR y AMAZON
https://play.cine.ar/INCAA/produccion/6176
La película
Magalí es una película que nos habla de tradiciones y progreso. De una cultura regional que nos formó desde chicos en nuestro lugar de pertenecía, y esa otra que tomamos para incorporarnos a la vida moderna en una gran ciudad y mundo laboral y tecnológico.
La protagonista es una mujer que se encuentra obligada (moralmente) a regresar a su lugar de origen por causa de la muerte de su propia madre, a quien había dejado en custodia a su hijo de 10 años. Vuelve a una comunidad en la que las viejas tradiciones aún tienen reconocimiento y de verdad sentido. La diferencia se le hacen muy marcadas.
La casa donde vive su hijo y su madre, recién fallecida, está en medio de un paisaje agreste y solitario. Comodidades agiornadas a su entorno y tareas diarias, como sacar agua del pozo o guardar los animales, son marcas del lugar. Su hijo no la respeta ni le habla, ella solo intenta escapar, busca entre el paisaje que la rodea una señal de internet que no aparece.
La fotografía es de una belleza sublime, retrata paisajes que sustentan el misterio de una presencia que no reconoce la propiedad privada. Una linterna por la noche busca sus huellas. La música acentúa la incertidumbre y presagia el desenlace. Los rostros en primeros planos son índices de cosas que no se dicen y se sienten.
La amenaza de un puma mitológico que asusta al pueblo le obligará a asumir un rol central en un ritual para expulsarlo. Deberá restablecer el orden de la vida cotidiana superando el miedo y respondiendo a ese mandato ancestral.
Allí se establece una metáfora poética sobre lo racional y lo imaginario. Culturas regionales tienen pensamientos mágicos que asoman dentro de las mismas como verdades establecidas a no cuestionar. Magali trae en sus ojos una mirada impuesta desde Buenos Aires que da poco lugar a tradiciones y mitologías.
Finalmente, la madre se conecta con el hijo, caminan por entre las rocas y de la mano al encuentro de ese pasado ceremonial que calme al espíritu que merodea la villa. Como toda la película, las escenas son tomas tan cuidadas desde la fotografía y su construcción artística que hablan, relatan y emocionan, desde la profundidad que connotan. Algunos personajes son llevados adelante por “no actores”, por pobladores de Susques que se sumaron al proyecto y que le imprimen naturalidad y verosimilitud.
Realismo Mágico
Puede decirse que el realismo al que apela Juan Pablo no está exento de ciertas cuestiones místicas o espirituales que forman parte de los universos de esta encrucijada cultural que es Latinoamérica. La película instala su historia en ese cruce.
La idea de la protagonista, Eva Franco (Magalí), es rencontrase con su hijo y llevarlo de nuevo a la Capital para retomar su trabajo. La propia dinámica del pueblo la envuelve en este cruce de miradas. Los ataques de un puma a la localidad la obligan a asumir el rol que su madre ejercía. Allí deberá volver a conectarse con costumbres que siente ajenas y encargarse de apaciguar el espíritu que habita en ese animal que con voracidad natural procura su sustento.
Se podría resumir la trama como la distancia entre dos mundos: uno originario, ancestral y mitológico, y el otro, cotidiano, occidental y cristiano. El director aprovecha la geografía agreste para contextualizar esa lucha permanente que vive en Magalí.
Los planos angulares nos ponen en situación, la grandeza del escenario, seco y rústico, nos da una pintura del carácter de sus habitantes. Allí están, comunicándose con pocas palabras, pero con una presencia en la que hace foco la película.
Palabras del director
Juan Pablo, nos cuenta que en los tiempos de investigación debió recorrer de forma terrestre y varias veces el lugar. Ahí descubrió, con fascinación misteriosa, este Norte más cerca de a La Paz que de Buenos Aires. Una síntesis antropológica ejemplificada en cada escena y cada toma. Hace especial hincapié en la unión actoral entre Eva (Magalí) y Cristian (su hijo) en un constante de intercambio afecto mutuo.
Nos cuenta que la magia aún está viva por estos escenarios, y en tradiciones orales que la mantienen. La gente le habla de duendes y seres a los que respetan y temen. Todas son maneras diferentes de ver una realidad multifacética. El día de la Pachamama hay fuegos y festejos genuinos íntimamente asociados a cuestiones espirituales. La película se afirma en el encanto paisajista de Susque, pueblo de Jujuy donde se desarrolla, y la pinta con el color y la atmósfera indicada.
En la región no hubo señal de internet y la realización se hizo igualmente fluida, dependiendo solo de la comunicación cara a cara. La fotografía captó perfectamente el espíritu de esa tierra y esa mujer.
Eva Franco es para el director una actriz que va a estallar, admira su economía de recursos, solo con un gesto describe perfectamente cada escena. Ella es fundamental como una imagen icónica de lo que intenta ser el film. En ese rostro se chocan marcas y contramarchas emocionales, esperando ser reconocida por ese hijo de 10 años arraigado a esa tierra y a esa cultura, como lo estuvo ella misma en su pasado.
Magalí,
Argentina 2019
Dirección: Juan Pablo Di Bitonto
Guion: Daniela Seggiaro y J.P.Di Bitonto
Intérpretes: Eva Franco, Cristian Nieva, Contreras y Ariel Gaspar
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