El hombre de al lado, de Mariano Cohn y Gastón Duprat
El hombre de al lado, de Mariano Cohn y Gastón Duprat

El hombre de al lado, de Mariano Cohn y Gastón Duprat

Sinopsis

Leonardo, un diseñador exitoso y muy sofisticado, vive en una casa diseñada por un gran arquitecto de renombre mundial, Le Corbusier, única en Latinoamérica. Un día, descubre a su vecino lindero, Víctor, abriendo un agujero en la medianera, hacia el patio de su casa. Víctor quiere hablar con Leonardo sobre la refacción, él solo busca un poco de luz para su casa. Leonardo se altera muchísimo por la iniciativa de su vecino que le resulta inadmisible. Por otro lado, todo lo que representa su vecino le parece chocante: para él, Victor es una persona vulgar, desagradable e invasiva. Pero en vez de tratar con él para resolver sus problemas de vecino a vecino, Leonardo busca formas de deshacerse del problema sin tener que acercarse a Víctor. Leonardo miente, pone en el medio a su familia para presionar a Victor, incluso pone un abogado de por medio a pesar de haber acordado otra cosa con su vecino previamente.

El hombre de al lado: Ficha técnica

DIRECTORES: Mariano Cohn y Gastón Duprat GUIÓN: Andrés Duprat 

GÉNERO: Comedia dramática DURACIÓN: 103 minutos

PRODUCCIÓN: María Belén de la Torre y Fernando Socolowicz

COMPAÑÍA PRODUCTORA: Aleph Media

ACTORES PRINCIPALES: Rafael Spregelburd, Daniel Aráoz, Eugenia Alonso

DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Mariano Cohn, Gastón Duprat

DIRECCIÓN DE ARTE: Lorena Llaneza MONTAJE: Jerónimo Carranza

MÚSICA: Sergio Pángaro

DIRECCIÓN DE SONIDO: Adrián de Michele, Aníbal Girbal

LA PELÍCULA

La película transcurre en la casa Curutchet, una obra de arte diseñada por Le Corbusier. Sus espacios permiten darle a los movimientos y posición de los personajes toda una carga simbólica. Las tensiones y la incomodidad van en aumento y revelan la forma de ser de cada uno, completamente opuesta: Víctor es grosero, impulsivo y siempre va de frente si tiene un problema con alguien; en cambio Leonardo es muy correcto en su forma de hablar, es muy elegante y siempre esquiva la confrontación o esconde sus intenciones detrás de una careta de buenos modales. Un desenlace inesperado pone a ambos en una situación extrema donde se termina por demostrar que en realidad, Leonardo es el vecino que uno nunca desearía tener.

LOS DIRECTORES

Mariano Cohn (1975) y Gastón Duprat (1969) son una dupla de directores y productores que trabajan juntos desde sus primeras obras de video arte y cine experimental desde principios de los años ‘90s. Comparten un extenso recorrido juntos en televisión, y los formatos de shows televisivos que crearon incluso se han llegado a adaptar para otros países.

Andrés aporta en las películas de estos directores el fuerte trasfondo en el mundo del arte que trae consigo, y que lo ha llevado
a alcanzar el cargo de director del Museo Nacional de Bellas Artes. Los tres juntos han obtenido múltiples premios con películas como El artista (2008) en la que un enfermero vende como si fueran suyos los dibujos hechos por un paciente desconocido muy talentoso pero ya senil; y El ciudadano ilustre (2016), película candidata al Oscar que retrata el regreso de un escritor famoso a su pueblo de origen donde tienen una mentalidad muy distinta.

Igual que sucede en El hombre de al lado (2009) estas películas parten de una situación pequeña concreta y van creciendo en intensidad para dar cuenta de tensiones y conflictos sociales más grandes. Se trata de conflictos que surgen de formas contrapuestas de ver el mundo que coexisten en nuestra sociedad. En todas estas películas está representado el choque entre un personaje con una impronta más nacional y popular, enfrentado con otro que trae cierta forma de cultura junto con una mirada extranjerizante del primer mundo.

En principio, es un problema minúsculo y mundano entre vecinos pero tiene aristas que se disparan en muchas direcciones y lo convierten en un problema general y social. Cuando el vecino abre un boquete porque necesita un poquito de luz se enteran los dos de que existe el otro. De ahí en más la película está diseñada como una bola de nieve: empieza un conflicto chiquitito y cada vez es más grande, más incómodo y engorroso hasta llegar a un final inesperado.

Nosotros también cargamos con muchas mudanzas a lo largo del tiempo y entonces también era muy sencillo inyectarle ideas. Todo el mundo tuvo experiencias propias con los vecinos. La película tiene una parte basada en una historia real y otra parte inventada, en definitiva es una idea que nos gusta porque habla del miedo a lo que es diferente, y simboliza en un problema que es doméstico, un problema social mucho más amplio.

Existen muchos prejuicios que nos separan y nos enfrentan como sociedad. Prejuicios que marcan la mirada sobre el otro a partir de su estándar de vida, sus modales, su apariencia, su color de piel; independientemente de los valores, la ética y la solidaridad de la persona.

LA PELÍCULA

La supuesta política de seguridad se convierte en una forma de inseguridad selectiva pues todas recaen en las clases bajas. El crimen común se utiliza de chivo expiatorio de todos los males de la sociedad mientras que se protege a aquellos que defraudan a la sociedad por millones o los grandes financistas y empresarios que toman las decisiones que sí tienen un verdadero impacto perjudicial a gran escala, ya sea a nivel de un país o incluso a nivel mundial.

Existe una tendencia a alzar cada vez más muros vigilados que separan a los grupos más marginados y vulnerables y los apartan de los sectores más ricos y privilegiados (muros en el sentido metafórico y literal de la palabra). Esto es algo que sucede a todas las escalas tanto en la frontera entre Estados Unidos y México, como con los cruces de refugiados de África a Europa, como en el conurbano bonaerense con la proliferación de barrios cerrados lujosos y vigilados que lindan con villas miseria.  Transeúntes de todo tipo se detienen a inspeccionar la llamativa fachada de la casa Curutchet… algunos tentados con segundas intenciones.

Leonardo

Es un diseñador exitoso de clase media alta con gustos sofisticados, fascinado con lo extranjero del primer mundo y con un desprecio por todo lo popular. Debajo de sus buenos modales se esconden muchas miserias y mezquindades. Su relativo éxito profesional se le subió a la cabeza, es soberbio, venenoso y maltratador, tanto con sus alumnos, como con sus entrevistadores, como con los transeúntes que se sacan fotos frente a su casa, en fin, con todo aquel que esté en una condición asimétrica de inferioridad frente a él.

Se muestra esquivo y evita confrontar cuando no le conviene. Leonardo tiene dos caras todo el tiempo. Miente para no juntarse con Víctor, se hace el comprensivo con él y le dice que en realidad es su esposa, Ana, la que no quiere la ventana bajo ningún punto de vista, y después se hace el guapo frente a Ana y miente sobre cómo le puso los puntos a Víctor para que tape el agujero. Siempre le tira el bulto quieren ni ver ni cruzarse en condiciones de igualdad a los excluidos del sistema que también aportan diariamente a mantenerlo. En la película se rompe simbólicamente una de estas paredes divisorias y eso es lo que al protagonista le molesta tanto, por eso se siente tan invadido, no hubiera pasado lo mismo si el vecino en conflicto fuera alguien con la idiosincrasia de sus círculos de clase media-alta.

Cuando se atrasa en la entrega de diseños para sus clientes hace que otra persona invente una excusa que lo haga quedar bien a él, cuando le pide a su mujer que se vaya un tiempo con la nena para concentrarse en su trabajo, que ya le viene costando por la obra del vecino, no pasa un día solo y ya intenta manipular a una de sus alumnas de la facultad para que se quede a dormir en su casa. El engaño es un mecanismo natural para Leonardo y el denominador común de todas sus actitudes es un egoísmo individualista.

Victor

Víctor es un extravagante vendedor de autos usados, un “laburante” según sus propias palabras. Sus maneras son directas y muy frontales, es directamente chocante. No le molesta hacer y decir vulgaridades y groserías con total franqueza. Él mismo reconoce que es insistente y muy impulsivo, admite que se precipitó con el tema de la ventana e intenta invitar a sus vecinos para charlarlo y resolverlo. Incluso les hace obsequios para congraciarse con ellos e intentar entablar un vínculo: sin ningún pudor le envía flores a Ana, le da a Leonardo conservas de carne que él mismo cazó y hasta le regala una obra de arte que hizo y es igual de visceral y sin tapujos que el mismo Víctor. “Si te miran de todas esas ventanas ¿Qué te jode una más? Necesito un cachito de luz, atrapar unos rayitos de sol. Venite a casa tomar unos mates y lo charlamos.” El show con el que Víctor consigue llegar a Lola es como él, encantador y a la vez lleno de vulgaridad. Es la encarnación de lo que Leonardo considera “grasa”.

Víctor es una persona muy carismática y puede pasar de ser simpático a ser intimidante en un instante. Se nota que entre todos los personajes, él es el único familiarizado con la violencia. Parece dispuesto a saltar a la acción cada vez que alguien lo provoca, al contrario de Leonardo, su cobarde vecino. Pero al mismo tiempo Víctor es el único con el encanto y la chispa como para sacarle una sonrisa a Lola, la hija adolescente de Leonardo, que vive encerrada en su mundo. Todas estas son cosas que Leonardo es incapaz de hacer

ANA
Ana está casada con Leonardo hace tiempo, da clases de yoga y meditación en su casa por lo que el ruido de las refacciones del vecino le complican la vida. Ana es como pólvora para el chispazo de conflicto que se arma con Víctor. Es incluso más prejuiciosa que su marido y está más plantada en su postura exigente de clase alta. Sin embargo, en sus prejuicios hacia Víctor, Ana termina siendo igual de hipócrita que Leonardo. Plantea escandalizada el riesgo de que una persona así los pueda espiar a su familia y sin embargo es toda la familia la interesada en espiar lo que hace Víctor: Ana y Leonardo lo espían cuando está con su pareja y Lola no puede parar de ver el show que Víctor arma para ella. A pesar de eso Ana presiona mucho a Leonardo para que se ocupe del asunto de la ventana.

Se suma a esto que el boquete también abre una serie de problemas previos de la pareja en la que se notan ya muy pocos gestos de cariño y, menos que menos, de pasión. Cada vez que aparece alguna muestra de deseo de uno de los dos, está desencontrado con el otro que reacciona con distancia. “No entiendo cómo permitís que ese oscuro mire a tu mujer y a tu hija, y que te controle la vida por ese agujero.”

LOLA
Precisamente, Lola, la hija adolescente de Leonardo, no se la ve hablar ni conectarse con nadie. Ni con sus padres, ni con sus abuelos ni con la empleada doméstica. Lola siempre está sumergida en sus auriculares, o tocando su guitarra o ensayando una coreografía de baile. Resulta igual de gracioso ver cómo Leonardo es incapaz de tratar con ella de la misma forma en que es incapaz de tratar con Víctor y esto incrementa los focos de tensión. Leonardo es incapaz de ponerse en el lugar del otro, el diferente a él. Lola siempre mira sin entender a su padre que es incapaz de tener ninguna empatía hacia nadie que no sea como él. En cambio, Víctor encuentra la forma de conectar con ella a través de sus trucos encantadores y siempre algo pasados de tono.

El montaje en paralelo es un recurso de edición que consiste en tomar situaciones que ocurren en lugares distintos, precisamente, “en paralelo”o sea, al mismo tiempo, y en vez de mostrarlas de punta a punta como escenas separadas se las separa en partes y se intercalan estos fragmentos. Se hace una sola secuencia a partir de estas situaciones distintas que, al fusionarse, se alimentan mutuamente y cada una aumenta el poder dramático de la otra.

De esta manera concluye una secuencia compuesta por tres situaciones intercaladas que generan mucha más emoción y tensión en el espectador que si estuvieran cada una por separado. La secuencia que le sigue concluye todo el conjunto de la acción. Los asaltantes hieren a Víctor y cuando Leonardo llega y lo encuentra tendido, es una gran oportunidad para librarse de Víctor y de su molesta ventana, a pesar de que este corrió a rescatar a su familia.

La película termina con un plano de un albañil tapando la ventana que había abierto Víctor. Una enorme paradoja, ya que si no fuera por esa ventana Víctor no se hubiera enterado del asalto y no hubiera podido ir a socorrer a la familia de Leonardo. A pesar de sus maneras un tanto molestas, Víctor se inclinó siempre por la solidaridad y unión entre vecinos, mientras que Leonardo, fue siempre un mal vecino, con todas sus miserias, mentiras y su egoísmo. El final resuelve esta dualidad de odio amor con un ganador y perdedor, como pasa en el barrio y en la vida donde ese lugar se desenvuelve.

Pablo Kulcar
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