Qué no daría yo por la memoria (y por que no fuera cierto)

El próximo Miércoles 16 de julio llega el estreno en función única de Qué no daría yo por el recuerdo, documental dirigido por Tino Pereira, al Cine Gaumont. La función se llevará a cabo a las 20hs en la sala 1, y contará con la presencia del director.

Los trabajadores de la Mina La Casualidad fueron echados hace 40 años por la última dictadura militar al cerrar su mina de azufre. Cada año vuelven a visitarlo. Aunque no lo habiten, ese pueblo es hoy más suyo que nunca, pues son los únicos que no lo han olvidado. Allí fueron felices, allí dejaron su niñez y a sus muertos.

Mina La Casualidad es un pueblo minero emplazado en medio de la cordillera salteña, a 4700 metros sobre el nivel del mar. Su fábrica de azufre proveía de este material al 80% de las fabricaciones militares del país e incluso se exportaba. En 1979 la Junta Militar decide cerrar la fábrica y el pueblo e importar el azufre de Japón, forzando a sus habitantes a abandonar sus hogares sin ningún tipo de indemnización. Desde noviembre de ese año el pueblo permanece abandonado.

Desde 2003, alrededor del día de la Virgen, sus antiguos habitantes, los “azufreros” regresan a su pueblo a bordo de un viejo colectivo sin baño, aire acondicionado, calefacción o baulera para el equipaje en un viaje de día y medio soportando el calor y el frío extremo sólo para pasar un tiempo en el pueblo de su infancia y visitar a sus muertos en el cementerio.

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Tino Pereira

 Documentalista e historiador del cine argentino. Dirigió numerosos cortometrajes que cosecharon premios en todos los continentes. Co-dirigió el documental “Esto es La Boca vs. El mundo Plushterciopelo”. Hace años que investiga a Vlasta Lah, la primera directora del cine argentino sonoro, sobre la que co-escribió (junto a Candela Vey) “Por ser mujer. La biografía de Vlasta Lah” editado por Ediciones del Camino y está realizando un documental próximo a estrenarse.

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La película desde mi butaca

El desamparo es uno de los sentimientos mas crueles, la agonía aquí presente, es una metáfora de la muerte misma. En este caso se trata de la desaparición de toda una actividad, con la gente que la realizaba y las instalaciones que conformaban una mina productora de azufre. La vida estaba construida a su alrededor y eso era mérito suficiente para que continúe en funcionamiento. Una comunidad, en un lugar poco habitado, vivía generando riqueza y gestionando su trabajo. La ceguera economicista, de amputados sociales, que solo reconocen en términos de dinero lo que genera una actividad, decidieron comprar el azufre a japón y eso obligó a la gente a emigrar dejando de lado raíces e historias compartidas.

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El pueblo que los supo habitar se transformó en un fantasma que ni siquiera desaparece, se arrastra con el viento y el frío. Las decisión del cierre se justifica en función de la productividad del estado, pero es este quién desampara a los que allí trabajaban. La película nos muestra la crudeza del lugar, las escenas en su mayoría planos generales, son de una riqueza visual que agiganta el atropello. Sus habitantes vuelven una vez por año al lugar al que pertenecieron. Allí están enterrados su familiares y sus recuerdos. Las ruinas son fotografías metafóricas de quienes las recorren, nada esta intacto. Los antiguos lugareños encuentran sus casas y reconocen los lugares que constituían su pueblo. La gente relata, con emoción contenida, una vida que les era propia y los hacia sentirse plenos. La economía de algunos agentes del poder, parece no entender de lazos comunitarios o historias compartidas.

Su director tiene una idea y ella esta plasmada con creces desde los testimonial hasta lo artístico. Las ruinas y la naturaleza agreste que las rodea, estan pintadas de un color bien norteño y entrañable.La cámara se constituye en nuestros ojos y somos eco de ese desamparo que provocó la tragedia.

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 La Belleza natural de unos paisajes que conmueven y la empatía eterna con la gente que trabaja, son las dos aristas de un trabajo que alcanza un nivel exquisito de calidad. Un hábitat que aunque duro, se nos impone desde lo creativo como en bálsamo visual repleto de belleza y compromiso.

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