Un río y un moribundo parque de diversiones en la provincia de Buenos Aires, son los dos elementos que se entremezclan para darnos un cóctel inusual y sorprendente donde la espontaneidad genera una cercanía con los personajes más allá de lo que cuentan. El Ciclón Fantasma es una experiencia tan placentera que la miramos con una sonrisa permanente.
Fabián es escenógrafo y creador de laberintos del terror y Alejandro y Rosa recorren las orillas del río buscando fósiles y otras cosas.
En la primera parte Fabián está reparando lo que es su tren fantasma. Está acompañado por un joven que lo escucha con la misma empatía que lo haríamos nosotros. Es un artista y siente verdadera pasión por lo que hace.Disfruta de su creatividad y la vive con dedicación. Ver el otro lado del lugar construido para intentar dar miedo, es increible. Las tareas mecánicas de los que allí abren puertas o se asoman pintados como espectros, mientras de fondo se escuchan gritos, conforman un contraste entre lo precario de esos escenarios y el mundo de fantasía que logran construir. El tren se desliza entre luces de colores y caras pintadas, mientras en el lado b repiten sus rutinas con un sonrisa permanente. Diana tiene la buena idea de subirnos al tren y darnos una vuelta, regalandonos un pasaje a nuestra infancia y sintiendo una ternura especial y siendo cómplices de esta puesta en escena artífice del engaño.
«Rosa y Alejandro buscan piezas arqueologiicas y clavos de la época colonial en el río y mientras tanto nos muestran una relación donde la simpleza es un merito. Alejandro le explica detalles de su rescates y disfruta compartirlo. Un museo contiene pequeñas piezas variadas y heterogéneas que retienen un pasado que ya pasó. La directora pone el foco en la humanidad de estos personajes, y ellos le regalan su pasión por lo que hacen.Es un verdadero recreo el momento en que Alejandro le enseña a bailar música country a Rosa. Nada les falta y nada les sobra. Ellos viven con las expectativas de una muestra con todas sus piedras, clavos y huesos a contrarreloj, donde el pasado se disfrace de presente.La dirección es minuciosa en la captura de aquello que no se ve. Es maravilloso como la sensibilidad de Diana registra el alma y pasión que sobrevuela, No hay intensidad, es un cine que respeta los tiempos de los hechos y eso multiplica su identidad. Hay lugar para una mirada a lo religioso y también a lo pagano, de la mano de Rosa, transformada en tutorial de su futuro en los ojos de una Gitana
Estas situaciones están atravesadas por las historias y leyendas que tiene la Basílica de Lujan, alli donde el rio trata de esconderle cosas a Alejandro y donde los fantasmas, por una pocas vueltas, hacen como si solo fueran creciones artísticas de Fabián. El Ciclón Fantasma es algo nuevo, un registro original de un cine que nos sorprende, armando un nuevo rompecabezas visual de lo que somos.
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Ficha técnica:
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