
Marcia
Documentalista, investigadora, guionista, productora y docente.
Es Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Lomas de Zamora y graduada en Realización Cinematográfica por el Instituto de Arte Cinematográfica de Avellaneda. Ejerció la docencia en seminarios de investigación en Comunicación en la U.N.L.Z, en el IDAC, en el Instituto Cineargento. Se especializó en cine documental etnográfico y social.
Filmografia
- Indios en Buenos Aires (1992)
- Damiana Vega (1992)
- El camino de los abuelos (1996)
- Latidos (2002)
- Lunas cautivas (2012)
- Aguas abiertas (2015)
Marcia es la realizadora de “Lunas cautiva”, documental que refleja la tarea de un grupo de internas en un taller de poesía dentro de la unidad carcelaria para mujeres de Ezeiza. Dicho trabajo fue premiado en varias instancias y obtuvo el reconocimiento general de la crítica por su transparente descripción de la tarea creativa de las reclusas. Estas se empoderan en un lugar donde el poder lo ostentan otros.
La impronta del documental va desde un lenguaje tumbero, a una prosa poética.Transporta, como un recorte de la vida carcelaria, a estas mujeres a un lugar de redención. El arte otra vez rescatando aquello que muchos desechan de forma dogmática: la humanidad de aquellos que creen haberla perdido.

Hacerse una idea de la vida carcelaria a través de las series, es presentar una mirada parcial generalizada y evitable. Allí las cosas tienen un solo hilo conductor, la violencia y cierta degradación de las conductas. Se dibuja y rescata solo una parte de ese universo que constituyen las unidades carcelarias Todo gira en torno cierta degradación para poder soportar una vida de privaciones.
Pensar que en las cárceles argentinas con condiciones para una readaptación social, es una utopía que precisa de una decisión política y del convencimiento. Una tarea que la constitución impone a la sociedad responsable y que no se asume como algo a instalar
Si lo único que podemos ofrecer son castigos y solo proyectamos nuestro miedo a que los que recuperen la libertad vuelvan a delinquir, nos quedamos sin darle a cada recluso la posibilidad de cambiar su propia historia.

Marcia Paradiso y Lunas Cautivas
- “Esta es la historia de un grupo de muchachas que están detenidas en el penal de Ezeiza y asisten a un taller de poesía como parte de su programa educativo. Entonces las vemos leer y las vemos escribir y en esa actividad, la de crear, está el nuevo mundo de estas Penélopes que esperan la llegada de su libertad. Porque la prisión es una espera interminable, y la poesía, en este caso, se convierte en lo opuesto: lo inmediato, lo tangible, lo presente”.
- Hacerse la Crítica, Josefina García Pullés
Marcia
La directora

La idea surgió con la lectura de un texto, un ensayo que se llamaba ‘La palabra amenazada’, de una poeta. El se refería a la devaluación que la palabra viene presentando en los medios de comunicación y lo hacía desde una cuestión estética e ideológica. Yo soy Licenciada en Comunicación y por entonces, lo estaba leyendo para un trabajo de la facultad.
Mientras lo hacía, vi un artículo sobre un taller de poesía en una cárcel de Rosario, entonces pensé cómo puede ser que el espacio privilegiado que debería ser el de los medios, con gente formada en el uso de la palabra, esté tan degradado. Y que paralelamente, un espacio en apariencia marginal de todo el sistema educativo y socialmente devaluado, tenga un taller de poesía. Me conecté con la poeta que lo daba y ella me derivó a la unidad carcelaria de mujeres de Ezeiza.
¿Y cuando comenzaste a hacer las observaciones previas?
Sí. Pasado un tiempo comencé el trabajo de investigación que consistía básicamente en ir a la cárcel, conocer el taller. Entonces vi un territorio fértil para indagar desde mi mirada profesional. Me resultó más facilitador el hecho de que fuera una cárcel de mujeres, aunque pienso que la sensibilidad es la misma para todos los géneros. Pero a los márgenes de mantener una convivencia prolongada para la observación del todo el ámbito y sus protagonistas, me pareció más favorable. Tenía que poder entender qué les pasaba, cómo las modificaba en todos los aspectos, además del específico de la escritura y lectura de textos.
¿Cómo fue la presentación frente a las internas?
Para llegar tenías que pasar varios pasos burocráticos y luego, pasillos y más pasillos, rejas y más rejas y finalmente la biblioteca. Al final de todo, en la frontera, en el límite, era el aula y mas allá el campo .Estaba en el lugar exacto en la que estaba a la educación dentro de la estructura carcelaria. Todo ese era el recorrido que hacíamos para llegar al taller
El primer día me presentaron como una docente que iba a filmarlas, específicamente en la tarea del taller para un documental y después de esta formalidad, comenzó el taller propiamente dicho. Era una maravilla de seriedad, de trabajo. Sacaron sus cuadernos, leyeron lo que habían escrito en función al autor que habían leído la clase anterior, e hicieron observaciones de índole estilístico. Las lecturas las sacaban de libros que el fin de semana habían retirado de la biblioteca para preparar dicha tarea .Allí comencé a mirarlas y pensar “¿estoy dentro de una cárcel?”.Había una seriedad y una entrega que me conmovía.
¿Lo sentías como un ámbito familiar, como un ámbito educativo?
Sí. Yo he trabajado en varios espacios dedicados a lo cultural y educativo, y no obtenía ese compromiso y entusiasmo. Era un silencio, una dedicación… Estaban sumamente comprometidas, respetando ese tiempo que les daba la literatura y que ellas mismas se permitían. Así fueron todas las clases. El nivel de análisis y escritura iba más allá de las probabilidades de cada una. Había chicas con sólo el primario y otras con el secundario. Algunas más adultas habían leído y otras no lo habían hecho antes del taller.
¿Cómo se pasaba del lenguaje tumbero a la poesía?
Entraban con un lenguaje tumbero y a los 10 minutos estaban hablando con ese otro lenguaje poético, con una profundidad de lectura que se basaba en escribir, escribir y escribir. Pasaban los meses y pensé “esto es magnífico y no lo estoy filmando”. Pero entonces me di cuenta que eso que pasaba no era sólo producto de un taller, eran ellas y por suerte se iba a reproducir en cada encuentro, en otras situaciones con otros temas, lecturas o autores.
Había algo que tenía su base en ese compromiso que habían asumido allí, con los profesores, y sobre todo con la posibilidad que la poesía les estaba dando de transformarse. No sólo en ese momento carcelario, sino reencontrarse con su interior. En una atmósfera que se iba a repetir a la hora de comenzar a filmar Y así fue como ocurrió. Pudimos transmitir en imágenes esos sentimientos que surgían en cada encuentro. Los rodajes fueron salteados. A veces una vez por mes, ya que las autoridades nos escamoteaban los permisos.
¿Por qué, porque no lo justificaban?
Ellos afirmaban que la filmación generaba una estigmatización de los protagonistas, cuando en verdad les dije una y otra vez que era todo lo contrario. Ellas estaban orgullosas de lo que hacían. Había un grupo verdaderamente muy compenetrado y tenía una continuidad inquebrantable. Algunas chicas iban y venían según sus causas penales o situaciones familiares. Pero allí no había preconceptos, se escribía y se leía, desde lo que cada una sentía. Era casi como un ejercicio creativo, sobre algo que les estaba prohibido: ser libres
La biblioteca y el taller.

¿Pudiste notar un desarrollo de sus vocabularios al momento de escribir?
Muchas veces era así. Hoy hay una utilización del lenguaje tumbero que no es ingenuo. Fuera de la cárcel conforma un estereotipo, casi una categoría. A eso suma una violencia extrema que le ponen los programas de televisión. Obviamente que el habla tiene su pertenencia, tiene su motivo y justificación, tienen que ser parte de ese lenguaje, y eso es lo que termina alejándolas de la sociedad. Se transforma en una frontera. Reconozcamos que es un código que marca pertenencia y respeto a la convivencia. Es un sistema de defensa. Sino no perteneces y eso allí es peligroso.
¿Qué sentiste más allá de las prosas escritas, les aportó el taller?
Yo sentí que a través de la palabra pudieron realizar una búsqueda interior sobre ellas y sobre su familia. También fue una palabra que potenció la capacidad de escuchar, de leer, de escribir, de releer lo que uno mismo ha escrito. O sea, tu vida en un papel. Yo disfrutaba estar allí. Eso que veía, era una experiencia valiosa para mí y para ellas, y el documental vino a contar eso. Y creo que lo logré.
¿Qué te aporto a vos, desde lo humano, la experiencia?
El trabajo que se realizaba básicamente era escuchar y escucharse, finalmente yo también participé escribiendo y tuve que exponerme, recibir las devoluciones de las chicas me daba placer, ver como la palabra les permitía mostrase, ya no había estereotipos, ni prejuicios, se trataba de simplemente mujeres escribiendo poesía
Liliana Cabrera, poeta, ex interna

Durante su estadía en el penal de Ezeiza (7 años) escribió tres libros de poemas: Obligado Tic Tac (2010), Bancáme y punto (2011) y Tu nombre escrito en Tinta china (2012); creó la editorial cartonera «Bancáme y punto», primera editorial cartonera intramuross.
Ya en libertad dictó Talleres de poesía en PAMI y en el Espacio Marechal. Actualmente es integrante del colectivo editorial Tinta Revuelta de Yo No Fui y docente de los Talleres de Poesía en Contextos de encierro.
¿Entrar al taller de poesía, permitió te adaptes a ese nuevo ámbito?
Empecé en el taller de poesía de la ONG “yo no fui” en el 2006, ni bien entré en la unidad .En un comienzo era solo oyente, luego me animé a escribir pero no a mostrarlo, estaba insegura, no me animaba a leer, ya que cuando estoy muy nerviosa tartamudeo y pensé que me iban a cargar como en el colegio. Trabajamos con ejercicios que nos traía la profesora María Medrano y con estos, me sentí más segura y comencé a compartir mis poemas.
¿Qué efecto produjo en vos mostrar tu trabajo?
Yo no era de hablar, ni de acercarme a las personas y menos en una cárcel y a pesar de estar en un pabellón de buena conducta, no me sentía segura de los demás. Era bastante temida y la poesía me permitió contar lo que me pasaba .No sería la misma de no haber estado en el taller, el me dio un norte que no tenia.

¿Cómo viviste la experiencia de ser filmada para un documental?
Me encantó, fue como ver un tiempo largo de mi vida .Reconocí un montón de cosas, el taller es así, van surgiendo cosas sobre la marcha, hay gente que le llega la hora de irse y vienen otras .El documental es el fiel reflejo de lo que hacíamos, está bien plasmado, nos interpreta muy bien. Es muy natural, me hizo recordar cosas puntuales, poesías de compañeras que se habían ido y también la vida de muchas internas además de Lidia y Majo, que son las otras dos protagonistas.
¿Estuviste en las presentaciones de “Lunas Cautivas” junto a Marcia y tus compañeras?
Si, de esa experiencia me llevo las caras de emoción, caras de sorpresa.Todo envuelto en esa emotividad tan grande que transmite la película, que se realza en ciertos diálogos, con ciertas cosas que se dicen y que no recordaba. También me queda la difusión del mensaje, de esa otra perspectiva sobre las cárceles .No todo es violencia, no todo es como en la tv. Hay algo más allá y me encanta volver a verlo y compartirlo
¿Sentís que algo te aporto en lo personal el encierro?
En lo personal nada, no le debo nada al sistema ni a las políticas penitenciaras. Por mi formación en ingles, fui traductora de las muchas que siendo extranjeras, no entendían el idioma. Había rusas, polacas, asiáticas y alguna inglesa, todas presas por tráfico de drogas, mejor dicho por mulas de los narcos, yo las ayudaba con los escritos sobre sus causas.
¿Como la libertad afecto tu poesía?
Para escribir me nutro de lo que vivo día a día .A medida que fue pasando el tiempo uno actúa de manera diferente .Yo primero necesitaba escribir sobre lo que me pasaba allá, sobre lo que me pasó antes de caer presa. Después ya pude escribir desde otro lado y volar.
“Yo bañaba a mi madre Sostuve cada vértebra Que quería escapar De su espina dorsal A la luz de su espalda encorvada Mientras entregaba su voluntad Al sin sentido de los días Cuando se invertía el tiempo, Su talle se achicaba Y yo envejecía Desde el interior Sin arrugas”
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