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Hombre muerto (Argentina/2024)
Duración: 107 minutos
Intérpretes: Osvaldo Laport, Diego Velázquez, Daniel Valenzuela, Roly Serrano, Sebastián Francini y Oliver Kolker.
Dirección y guion: Andrés Tambornino y Alejandro Gruz
La película desde mi butaca.
El relato nos sitúa en un paraje montañoso y árido, una estepa con un rancho es el punto de partida. Allí un hombre, tapado por las sombras, se levanta y abraza a su mujer embrazada, en un plano que capta ese increíble momento en que el embrión se mueve dentro de su madre. Desde allí, la fotografía construirá un espacio visual indisociable del western. La inmensidad y la dureza del lugar, marcan la enorme distancia, económica y cultural, con lo urbano. Hombres minimizados frente a condiciones de vida de gran aislamiento. Un lugareño, desalineado y con indudable aspecto de forajido, habla muy poco y parece no tener un rumbo fijo.
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Almeida (Osvaldo Laport) hace tres años a ese paraje que vive en derredor de una mina que dejará de explotarse porque el ingeniero que la compró (Diego Velázquez) encontró un destino más rentable para su dinero. El inminente cierre altera la dinámica de un pueblo donde se imponen las voces del comisario (Sebastián Francini), el dueño del bar (y también suegro de Almeida, a cargo de Daniel Valenzuela) y el párroco (Roly Serrano). Al lugar llega un hombre que quiere contratar a alguien para matar al Ingeniero. Elige a Almeida, por su aspecto marginal, pero también apuesta a contratar al dueño del bar. El comisario, que esperaba ser «el contratado», le exige Almeida, si hace el trabajo, la mitad del dinero para mirar para otro lado. Este es un pueblo pequeño que depende de la explotación de la mina y este Ingeniero-dueño, un tanto errático e impredecible, decide cerrarla. Esto sería una estocada final para el pequeño lugar y no están dispuestos a que eso suceda.
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Diego Velázquez interpreta a un ingeniero sofisticado y amante del jazz, irónico y bastante desconectado con la realidad. El actor construye a un tipo empático, pero misterioso, y lo logra con recursos medidos artesanalmente. Nada desborda, ni cae en el grotesco. Su irónica mirada esconde algo que no se muestra. Está ajeno a casi todo y es dueño de toda la tierra, inclusive del lugar donde se asienta en pueblo, ese mismo que lo desprecia y no lo entiende. Mezcla pensamientos filosóficos (que nadie interpreta), e ironiza con gestos parecidos a muecas cínicas, que acechan displicentemente. Su papel actúa de balance al desborde generalizado que lo rodea. La película es una historia que oscila constantemente entre el Ingeniero y Almeida, como puntos opuestos.
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Almeida es un personaje construido en cada uno de sus aspectos por Laport: un trabajo físico minucioso y de caracterización, con la máxima energía de un actor. que sabe . Almeida es un misterio en sí mismo, no explica con certeza a que se dedica, anda armado por lugares donde no hay animales que cazar. Esta imbuido de un lado marginal, al que representa perfectamente. La cara, el pelo y sobre todo su mirada, siempre un tanto perdida y en permanente tensión. Amenaza ser un tipo peligroso y esta dispuesta a explotar, pero tiene un hijo por venir y una mujer más joven que lo contienen. Laport expone todos los recursos que la historia le pide.Trabaja como una máquina en una sintonía perfecta con lo que quiere se vea. Su «Almeida» lo logra con calidad y mucho talento.
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La trama juega entre estos tres puntos, Ingeniero, Almeida y el «trabajo misterioso» que nadie esta decidido a realizar. Un hecho que nadie cumple. Almeida o su suegro, dueño del bar, no asesinan a nadie. El comisario menos, pero como en «Fuenteovejuna», el pueblo es el que se decide. No sabemos porque, pero la gente tomará el asunto en sus manos. La canción de Joan Manuel Serrat, «Fiesta», habla de una noche en la que todos olvidan su roles y solo el amanecer se los devuelve.Aquí todos, luego de un hecho colectivo, también vuelven. El comisario a la comisaria, el suegro al bar y Almeida a seguir deambulando, con ese paso de una payaso de circo, yendo y viniendo de su rancho quien sabe para que cosa.La película esta muy trabajada desde lo artístico, los actores suman interpretaciones y #Hombre muerto» es un momento de pacer y gusto por el cine bien hecho.
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La historia esta bien contada, tiene una fotografía que da con los tonos necesarios para parecerse a un western. La muerte y los personajes están perfectamente ensamblados. Sobre todo, como colores de una pintura audiovisual que se pasea artísticamente entre viento y matas de pasto seco.
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Hay unas escenas que llevan la película a una lugar mas onírico, una caminata por entre el suelo agreste de lo que parece un estepa desierta, les permite a los actores entrar en un juego de comunicación reversible. Diego, el Ingeniero, hace gala de un estado de animo poco transparente, asociado a sus propio pequeños delirios, donde en plena caminata aparecen el jazz y el whisky. Laport lo acompaña con la resignación de quién solo aspira a llegar al final y largarse. Por momentos entre los dos hay un infinito que los separa, pero como un fuelle viejo, se aleja y se acerca, a como la historia lo requiera. Son escenas que dan a la película y al espectador eso que vino a buscar: una creatividad que lo guie a un final, por demás incierto.
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