Buscando a Reynols y encontrandolo..

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El film, que llevó un año y medio de realización, emprende una búsqueda aguda y destellante sobre la entidad musical llamada Reynols.

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Reynols es una agrupación argentina conocida en buena parte del mundo por sus poco armoniosas e improvisadas incursiones sonoras y por el hecho de que su baterista y cantante Miguel Tomasín tiene síndrome de Down. La banda, que se fundo en 1993, esta integrada por Miguel Tomasín, Moncho Conlazo, Pacu Conlazo y Alan Courtis. El grupo hace música a la que denomina experimental y tiene editados más de cien discos a través de sellos norteamericanos, ingleses, alemanes, franceses y japoneses. En Argentina, el grupo lanzó sólo «No disco», un material que como su nombre lo dice no encierra contenido musical alguno, por lo que fue entendido por muchos como una estafa o un chiste propio de la conducta disruptiva con la que entienden el arte sus integrantes.

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Si tenemos que analizar sus actuaciones, estas son performances que sugieren mas que lo ejecutan. La música psicodélica tiene una relación directa con sensaciones perceptivas indeterminadas y esto es lo que se intenta y se logra. No se puede pedir a algo que surge de una espontaneidad extrema y que se aleja fielmente de la destreza instrumental, sea música reconocible o calificable. Algunos oídos podrán encontrar solo ruidos y otros armonías. Lejos de valoraciones, todo se asemeja mas a un juego infantil que a una verdadera expresión artística.

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El director logra instalar un relato que va explicando cronológicamente la aparición de este grupo. Los aportes de otros saberes, (un joven con síndrome de down toca la batería) suman mucho a la hora de formar una opinión. Las imágenes estan visualmente en sintonía con la música, hay algo de sicodelia que le da una identidad creíble a la historia. Los propios músicos hacen declaraciones ambiguas, un poco sobredimensionando la presencia de Miguel, parecen por momentos no estar tomándose la cosas muy en serio. La giras internacionales y las apariciones en el extranjero se contraponen con la casi nula exposición local. La película expone una forma de expresar el arte con sonidos que no estan fijos a una estructura musical, sino a una experiencia sensorial.

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Los integrantes del grupo se muestran poco convincentes y parecen estar aprovechando una situación que los diferencia de cualquier otro grupo. Hay momentos compartidos con Miguel en los que exponen en su limitaciones de forma poco empática. Quizás es sutil, pero la película desnuda algo de improvisación general en pos de una actitud artística anárquica.También es posible que sean verdaderas sus intenciones y que solo los prejuicios no permitan reconocer una singular manera de sentir la música y el arte.

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Frenkel logra un producto audiovisual impactante, original, imposible de no seguir hasta el final y que aporta los datos y miradas suficientes para poder disfrutar de una película que encuentra lo que busca. «Buscando a Reynols» nos brinda el color y la dinámica de un cine artísticamente construido y que invita a verlo mas de una vez. 

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Pocas fueron las presentaciones de Reynols en Buenos Aires, pero numerosas las invitaciones a eventos internacionales, entre los que se destacan una presentación en el Lincoln Center de Nueva York en abril de 2000 y un recital junto con Sonic Youth. “La idea de Buscando a Reynols surgió como un resumen mediático que compila imágenes de archivo de Crónica TV y programas de Mario Socolinsky y Lía Salgado a modo de introducción.

Los testimonios del periodista Pablo Schanton, un conocedor de la historia del grupo su suma al aporte de personalidades de deferentes áreas y miradas. Por eso en el documental conviven tanto los testimonios de Marcelo Delgado (director del Centro de Experimentación del Teatro Colón), Gustavo Rodríguez (musicoterapeuta), Eduardo Martí (fotógrafo), y amigos de la banda como el doctor Mario Socolinsky y el rappero Jazzy Mel.

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Miguel

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Es un joven con síndrome de down que se muestra transparente, inocentemente genuino y que sobre todo un tipo que se esta  verdaderamente divirtiendo. La idea de un juego se acerca mucho mas que a la de hacer música o arte. Miguel concita la atención por su desparpajo y capacidad de empatizar con todos, es un torbellino que impulsa esta idea hacia adelante, no baja la guardia y redobla la apuesta, aunque por momentos su compañeros de grupo lo expongan mas de lo necesario.

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