Juana, una mujer inalcanzable

Daiana Rosenfeld es la directora, guionista y productora del documental “Juana” que se puede ver por la plataforma CINE.ar y conto con el apoyo del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), del Fondo Nacional de la Artes y de Mecenazgo. 

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Una vida marcada por el anarquismo

Juana Rouco Buela nació en España, y desde que nació, se sentía distinta: no encajaba en los límites impuestos para las mujeres a fines del siglo XIX. Escapó de una España de hambruna y fascismo, y llegó a sus doce años, a la Argentina. Era analfabeta. A pesar de su situación de extrema pobreza tenía un sueño: liberar a las mujeres de un sistema económico y una autoridad patriarcal a la que estaban sometidas. Y encontró en las ideas libertarias el espacio y el refugio para su lucha. Se educó en los centros anarquistas y  participó en una enorme cantidad de marchas reivindicando los derechos de los trabajadoras. Fundó el diario de ideas anarquistas “Nuestra Tribuna” en Necochea. Fue una de las primeras mujeres oradoras en manifestaciones a fines del siglo XIX y se convirtió en una de las primeras presas políticas. Juana formó parte de la primera generación de mujeres anarquistas en nuestro país.

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Aprendió a leer y escribir en la Federación Obrera Regional Argentina (FORA), agrupación en la que desarrolló su rol de delegada sindical por ser trabajadora de la industria textil. A los 15 años se vió marcada por el asesinato de un líder anarquista que la llevó a entender la importancia de luchar y generar conciencia en las clases obreras. Su primera aparición como militante sindicalista fue en la Huelga de Inquilinos en 1907 más conocida como “la huelga de las escobas”: las mujeres unidas de 1000 conventillos resistieron la suba de los alquileres y los desalojos virulentos de la policía comandada por Ramón Falcón.

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En 1908 su militancia le valió la expulsión de Argentina a los 18 años y se instaló en diferentes países, siendo también expulsada en cada uno de ellos.Volvió a Montevideo, donde fundó con Virginia Bolten y María Collazo el periódico La Nueva Senda; compañeras con las que había compartido la creación del Centro Femenino Anarquista en Argentina. En su retorno a Buenos Aires en 1918 continuó con su activismo a través del quincenario femenino de ideas, arte, crítica y literatura Nuestra Tribuna, que dirigió entre 1922 y 1925, mientras sostenía el cuidado de sus hijos y el hogar en soledad a causa del abandono de su marido, José Cardella, tipógrafo anarquista que la abandono para militar en el partido radical.

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Juana Rouco Buela

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Daiana Rosenfeld, directora:

“Vinieron muchos anarquistas a esta nueva tierra, y era un movimiento con ciertos preceptos o luchas que se retoman en la actualidad y que le daba mucho espacio a las mujeres,  aunque las mismas anarquistas se quejaban de que tenían que pelearse con sus compañeros. El anarquismo había sido uno de los movimientos más importantes del siglo XX , pero de todas formas, Juana, que recorría todo el país dando discursos sobre temas con perspectiva de género, no se conformaba con ese lugar y luchaba por la igualdad y la emancipación de todas las mujeres, aunque eso incluyera la crítica hacia sus propios compañeros del movimiento.  Al hacer la película aparece representada alguna de las ‘Daianas’, lxs cineastas tenemos una responsabilidad de transmitir con un ojo más sensible diferentes temáticas. Hay proyectos más artesanales que permiten estructurar el guión en la medida que busco los planos, que me evocan una determinada energía, tiempo y espacio y voy con la cámara y lo hago.

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«A Juana sí la guiaba más la furia y el enojo”

Daiana

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La película desde mi butaca: 

La primera escena es un atardecer construido naturalmente por colores tenues que nos invitan a una melancólica atención. Y así nos disponemos a descubrir, desde la belleza en todas sus formas artísticas, una historia que se nos escurre por entre fotos viejas que nos miran a los ojos. Los hechos se nos cuentan pausadamente y con una cadencia acorde a la atmósfera que se quiere instalar. Esa letanía es de alguna manera una verdadera declaración de amor, con una mezcla de tristeza por el descubrimiento de actitudes y valentías que hoy parecen adormecidas frente a las pantalla de un celular. La cámara construye con fotogramas un documental con nombre y apellido de mujer : Juana Rouco. Las palabras nos seducen, la película jamás escapa al orden, ni estilo que se autoimpone. El material de archivo nos hipnotiza. Allí hay una sociedad que ya se esfumó y a la que Juana se dedicó a cuestionar. La directora no escapa a ningún detalle, políticos, militares, las mujeres de los conventillos y las masas movilizadas con sombreros y corbatas, nos exponen a un dolor que soñaba con referentes dispuestos a rescatarlos.

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Daina recurre  los trabajos de Dora Barrancos y una generación de historiadoras y cientistas sociales como Nadia Ledesma Prieto, Laura Fernández Cordero, Elsa Calzetta, que han logrado una recopilación de datos que permitieron echar luz a las trayectorias y palabras de estas valientes periodistas de principios de 1900. El relato de estas mujeres dan el contexto histórico político de lo que estamos viendo, ubicando los mojones temporales que gestaron las luchas feministas por la igualdad de género. Maternidad pensada con responsabilidad es una de las consignas para permitir a las mujeres imaginarse  a sí mismas como mucho más que una mamá. Los trajes y las sonrisas de las clases dominantes luego del golpe de estado en 1930 del general Uriburu, son una cartografía de la grieta que hoy vivimos. La película es entrañablemente acogedora, nos contiene por el solo hecho de ser una lección de historia y por empatía con ese pasado de inmigrantes que nos conmueve. Es un trabajo que comienza con belleza de un paisaje y termina con las misma belleza, enriquecida por la capacidad de la directora en contar esta historia de la que no podemos escapar. 

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A través de escritos e imágenes de época, escuchamos y descubrimos su pensamiento. Una mujer que fue pionera en las ideas anarquistas nacidas del viejo continente y bajadas de esos barcos que escapaban de la más absoluta pobreza. Juana Rouco Buela proponía la independencia y la libertad en el sentido más amplio del término, y debido a una vida dedicada incansablemente a ese objetivo, quedó completamente invisibilizada y olvidada en la historia argentina.La pelicula recorre a través de imágenes de esos archivos y discursos, en forma de lecturas poéticas, la pasión y el derrotero de frustraciones que esta mujer diseminó en cada paso y en cada lugar por donde transitó. Aspiraba a la liberación del pensamiento en aquellos que no se animaban a soñarse con derechos y posibilidades de una vida más justa.

Daina, nos pone en sintonía con ese contenido ideológico que fue la combustión humanista de Juana, a través de un relato suave en voz de una mujer que no necesita enfatizar, lo que por mera gramática es una declaración profunda de guerra a la opresión. Juana fue anarcosindicalista, trabajadora textil, poeta y periodista, mientras compartía sus días con su compañero, también anarquista y tipógrafo, y se hacía cargo de sus hijas y su hogar. El documental recrea el clima de época convulsionado por las luchas e ideales de inmigrantes anarquistas de principios de siglo XX, que tenían como base los sindicatos, fábricas y sobre todo en las calles, contra una oligárquica nacional y patriarcal que se impone despóticamente y sin ninguna consideración por el verdadero hacedor del trabajo, la clase obrera, y sobre todo, las mujeres. 

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No solo vemos retratado un pasado con la intensidad política de los primeros anarquistas y sus atentados contra un opresor, sino que también está el mundo que los contiene.Guerras entre esos mismos hombres que pelean por un poder que no quieren compartir con la mujer. La mirada del suicidio de nacionalismos forzados y artificiales, solo para reforzar el poder de los que mandan, se lleva a soldados que creen estar defendiendo lo que para estos anarquistas es solo un quimera: El estado nacional.

Juana es una experiencia cinematográfica con vida propia donde la fuerza de una mujer es un símbolo de actitud política y social, que como un mandato, invita a las actuales a seguirla.

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