Por Sergio Arboleya
Claudio Koremblit estrenó su tributo a quien define como hacedor de un «caudal poético y sonoro que no tiene precedente ni equivalente en ninguna otra música popular»
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A 20 años de la muerte del artista folclórico Gustavo “Cuchi” Leguizamón, Claudio Koremblit estrenó en el canal de YouTube de Archivo Armusa su ópera prima “Gustavo Leguizamón creando la tierra”, documental dedicado a quien define como hacedor de un caudal poético y sonoro que no tiene precedente, ni equivalente en ninguna otra música popular de cualquier cultura”
Koremblit, afirma que apreciar esa potencia estética presente en Leguizamón “es algo que le ocurre a cualquiera que se acerque a su obra, principalmente a la parte instrumental y tocada por él mismo, o a las armonizaciones que escribió y moldeó como arcilla en las voces del Dúo Salteño”.
Y justamente el documental, de quién fuera productor musical de “Badía y compañía” entre 1984 y 1988, explora junto a una galería de testimonios (los de sus cuatro hijos, Emma Palermo, Chacho Echenique, Leopoldo “Teuco” Castilla, Sara Mamani, Fernando Noy, Hilda Herrera, Manolo Juarez, Rodolfo Mederos, Juan Alberto Badía, Marcelo Pérez Cotten, Marta Rodríguez Santamaría y Blanca Rébori) ese legado del “Cuchi”.
Claudio Koremblit

Koremblit, productor de dos programas de TV, uno es el homenaje que Juan Alberto Badía le hizo al Cuchi en Badía & Compañía, en 1985, y el otro, un fragmento de “Memorial de los siglos”. Poseedor del preciado material, cuyo grueso ancla en algunos pocos viajes que el pianista hizo a Buenos Aires mediando la década del ochenta del siglo pasado. “Del homenaje en Badía y Compañía, que tuvo algo más de tiempo de pre-producción, recuerdo el armado del repertorio y la elección de las intérpretes”, cuenta Koremblit, que se encargó de preservar las copias de semejante tesoro artístico, antes de que Canal 13 las borrase como procedía con todo el contenido del programa.
Gracias a los registros preservados, hoy se podrán revivir en el documental imágenes que muestran a Chany Suárez cantando “La arenosa”, con el mismo Cuchi como espectador. “También aparecen dos registros hermosos. Dos zambas emblemáticas: “Maturana”, con la frescura de Angela Irene, que había grabado un disco memorable como La cantora de Yala poco tiempo antes, y otra de “Zamba del laurel”, presentando a una desconocida eterna del público y la prensa porteña: la cordobesa Liliana Rodriguez. Lo demás, bueno, fue parte de una producción audiovisual pedida a un camarógrafo de Salta, llevar al Cuchi a caminar por la provincia para ilustrar la parte instrumental y el final del homenaje con su piano solo, que no podía faltar”, explica Koremblit, sobre esos registros poco transitados por el gran público, que fueron cuidadosamente preservados durante tres décadas y media. “Juan Alberto estuvo muy bien la vez que le hicimos el homenaje, porque leyó la ficha y preguntó con toda su inteligencia atenta. Fue hermoso. Luego de que se vea el documental, subiré los originales a Archivo Armusa”, promete el realizador.
«Cuchi” Leguizamón»
Nació el 29 de septiembre de 1917 y falleció el 27 de septiembre de 2000.
La memoria musical del espléndido compositor se puede apreciar en la interpretacion de sus obras: por el mismo Leguizamón, el Dúo Salteño, Chany Suarez, Angela Irene, Liliana Rodríguez, Chacho Echenique y Hernán Ríos.
Compositor y poeta, pero también polemista, docente y abogado penalista, Leguizamón es el creador de una de las más prolíficas y bellas obras de la música popular. Desde una afinidad con el universo sonoro que involucra, en una ambición universal, a diferentes referentes como: Las desafiantes teorías de Arnold Schonberg, las composiciones clásicas de Igor Stravinsky o Maurice Ravel, y el piano del jazz (Art Tatum, Oscar Peterson, Duke Ellington) cimentaron su formación.
Ese aprendizaje le sirvió para atizar el universo folclórico con armonías extrañas y melodías de una poderosa simpleza. Estas constituyen todo un patrimonio musical que concita atenciones en cualquier lugar del mundo.
“Toda zamba encierra una baguala dormida: La baguala es el centro musical y geopolítico de mi obra”, confesaba quien a los 25 años conoció al poeta Manuel Castilla y de esa amistad nacieron canciones de gran impacto.
Fue su más estrecha comunión artística, pero no la única. El artista que organizó originales conciertos con campanarios y trenes; también trabajó en colaboración con Jaime Dávalos, Armando Tejada Gómez, Miguel Angel Pérez y César Perdiguero.

¿Qué desafíos te planteaste partiendo de una figura monumental como la de Gustavo Leguizamón para hacer un recorte de este tipo?
Claudio Koremblit: Siendo su música una fuente incalculable de belleza y sabiduría, mi planteo fue aprender todo lo que pueda, descifrar los misterios, entender de qué se trataba su complejidad dentro de un campo tan tradicional y conservacionista. Cómo podía ser que un compositor de música popular, aferrado a su paisaje y al folclore de su tierra, tuviera intenciones tan originales y novedosas, sin salir del molde formal de una música de raíz que la vanguardia considera primitiva, simple y “bailable”.
Me llamó un poco la atención en el documental la exaltación de lo salteño para explicar la obra de Leguizamón ¿Esa pertenencia te parece fundamental para referir a su música?
CK: Es uno de los misterios de su vida ¿Por qué permanecer en un pueblo tan alejado del centro neurálgico de la cultura argentina? ¿Por qué no fue a estudiar o a exhibir su magia en otras latitudes? ¿Por qué no aspiró a los grandes teatros, a las grandes orquestas, a los máximos intérpretes, a los formatos más jerarquizados? Teniendo una cultura tan vasta, no necesitó nada más que su aldea, una posición como docente en una escuela, sus amigos, un piano y su pueblo, inspirándolo, como la naturaleza viva.
¿Te animas a poner en palabras qué significa el “Cuchi” para la cultura argentina?
CK: Un manantial de rejuvenecimiento para las formas tradicionales que no cualquiera puede beber. No fue un compositor más, fue un arquitecto brillante que diseñó un universo ideal por donde las canciones puedan transitar sin que la reiteración las vuelva obvias. Es una puerta abierta al futuro y una contribución de las más sólidas al desarrollo y el crecimiento de la música, de los músicos y de los oyentes.
¿Aspirabas a que Leguizamón fuera quien diera cuerpo a tu ópera prima?
CK: Para mí, el hecho de que se presente como documental y no como una serie de TV, no representa un cambio ni novedad. Mi primer “documental en TV” se llamó: “Cine y Censura”, en 1983, por Canal 13. Después produje “El Monitor Argentino”, “Edición Plus” y “Artesano de Fin de Siglo”, considerado un ciclo documental experimental. Luego filmé durante una década el Ciclo Experimenta y realicé en 2010 y 2014 un programa llamado “Experimenta TV”. Ahora tampoco estoy mostrándolo en cine, así que lo de ópera prima es algo discutible, pero me gusta ser siempre un debutante, un eterno aficionado.
¿Con qué expectativas lanzàs “Gustavo Leguizamóm creando la tierra” a través del canal de YouTube de Archivo Armusa?
CK: Para satisfacer el deseo profundo de los amantes de su música, sin esperar nada de los sordos que dirigen los medios y las instituciones musicales a quienes les presenté el proyecto hace años y no les movió un pelo. Ellos seguirán con su agenda de famosos al día. Con la salvedad de que hoy, con la pandemia alrededor, no se puede esperar que nos financien, lógicamente. La ofrecí gratuitamente, pero tampoco les interesó proyectarla simultáneamente con Armusa, dándole un empuje con el cual se pueda ver en todo el país. Entiendo que todas las productoras tienen proyectos lindos esperando que se abra la canilla de los presupuestos para venderlos.
¿Qué balance hacès de la repercusión de “Gustavo Leguizamón creando la tierra”?
CK: La repercusión del “preestreno” fue conmocionarte, pero medirlo en plena pandemia no sería razonable. Aún espero estrenarlo en una pantalla, de cine o de TV, creo que ahí recién podríamos hacer un balance. Quiero también que se muestre en el resto del país y en el exterior. Para eso tiene que servir el trabajo, para abrir nuevos campos para la música del “Cuchi”, para que se lo descubra en todo el mundo. Sin eso, nos quedamos a mitad del camino, o en el inicio.
¿Apareció gracias a ese documento en torno a Leguizamón algún organismo interesado en apoyar esta labor tan importante?
CK: No, por ahora tan solo palabras de elogio. Pero entiendo el contexto pandémico como un momento en donde lo prioritario no es la calidad de la música o la necesidad de recuperar la memoria sino la pobreza extrema de los músicos en el presente, una verdadera tragedia social y cultural que aún no tiene respuesta.

El Cuchi artísticamente
A diferencia de otros folkloristas, Leguizamón tuvo escaso contacto con el ámbito rural, producto del conocimiento mediado por la concurrencia a fincas de familiares o amigos, más que por una práctica directa. Desde una posición social distinguida como miembro de una familia vinculada a la elite salteña, Leguizamón supo reírse de las convenciones, bromear con los tabúes, criticar con desenfado las posturas conservadoras y tradicionalistas vigentes en el contexto en el cual produjo.
La amplia producción de Leguizamón está conformada por composiciones que han tenido gran repercusión en los circuitos populares. Sus composiciones se mueven dentro de esquemas formales preestablecidos, determinados por la coreografía de las danzas: zamba, chacarera, gato, bailecito. Dentro de esos moldes, el compositor encuentra modos de realizar alguna innovación, ya sea en el trabajo musical o literario.
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