El Expreso Imaginario en el espacio de las revistas culturales.
El Expreso Imaginario en el espacio de las revistas culturales.

El Expreso Imaginario en el espacio de las revistas culturales.

PERSPECTIVAS Y DEBATES SOBRE EL PASADO RECIENTE ; REVISTAS CULTURALES COMO OBJETO DE MEMORIA

Por Mariana Cerviño:

Es Licenciada en Artes visuales y en Sociología. Es Magíster en Investigación en Ciencias Sociales y Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires. Se desempeña como docente y participa en los equipos de investigación sobre “lo argentino” y sexualidades. Ha sido becaria de CONICET desde 2005. 

La posición de “El Expreso Imaginario”(1976-1983) en el espacio de las revistas alternativas.

Aunque escasos, existieron refugios durante la dictadura donde siguieron produciéndose bienes culturales alternativos al régimen militar y a los grupos sociales identificados con éste. Las revistas culturales fueron escenario privilegiado de ese movimiento que alimentó lo que luego se denominaría underground, en el sentido de lugares que se preservaban y con distintas estrategias, a resguardo de las políticas represivas. Entre estos lugares, las revistas culturales constituyeron agrupaciones más o menos estables, que nuclearon y vincularon a un conjunto de productores entre sí y por su intermedio preservaron un vínculo entre sus lectores, recuperando la tradición vanguardista de los sesenta.Situada en el espacio social de las revistas alternativas, proponemos describir los rasgos de la revista “El expreso imaginario” en cuyo ethos cultural puede identificarse un sentido vocacional de la cultura que influirá en las manifestaciones artísticas de Buenos Aires en los años ochenta y en el espacio de las revistas alternativas.

La aparición de la primera de las revistas ligadas al rock, llamada Pinap, es un antecedente de El Expreso… Su primer número sale en el año 1968, y permanece hasta 1970. Dirigida por Norma Bigongiari, la revista promueve ese mismo año el primer festival masivo de rock, donde concurren 12.000 personas. Su secretario de redacción, Osvaldo Diego Ripoll, será conocido más tarde por la revista Pelo. Esta aparece en febrero de 1970 y organiza un festival de rock similar a Pinap, solo que esta vez la cifra de asistentes se multiplica, llegando 30.000 personas.

Otras revistas del período comparten un origen similar y un público semejante. Pelo se encuentra en el centro de este espacio; todas las demás se refieren a ella, es la que posee mayor tirada, lo cual ha garantizado la continuidad, que falta en el resto. A causa de su relativa masividad sus adversarios la definen como «la Radiolandia del rock», aludiendo a una revista masiva de noticias de las figuras de esta época y de consumo masivo, asociando, como es típico de este espacio, la masividad a lo comercial, y lo comercial a lo vulgar y por lo tanto desvalorizado.En una zona opuesta a esta, que es la más masiva, surgen publicaciones realizadas de un modo casero, y de muy baja tirada, vocacionales en sus pretensiones, que permiten la circulación de una cantidad de información, que, por su mismo estatuto subterráneo, no resultará afectada por la censura del gobierno de Onganía, ni tampoco en la siguiente dictadura, desde 1976. Algunas de ellas no alcanzan a pasar el primer número, o bien se mantienen pocos años con un público muy restringido.

Si bien no cabría aquí una exhaustiva reconstrucción del campo de las revistas alternativas o independientes contemporáneas a “El Expreso Imaginario”, vale la pena sintetizar los elementos entre el polo comercial, representado por Pelo, y el polo amateur del resto. El Expreso Imaginario posee propiedades que la ligan, y a la vez la diferencian, de ambos extremos.Lo cierto es que en un espacio intermedio entre Pelo y las revistas subterráneas, a las que dará, por otro lado, un lugar entre sus páginas, El Expreso Imaginario forma parte de una cantidad de publicaciones que circulan a pesar de la censura, sirviendo de nexo y reforzando el vínculo de afinidad entre un conjunto de grupos reducidos, aunque cercanos de la Ciudad de Buenos Aires.

El Expreso Imaginario surge a partir de la idea de Jorge Pistocchi, ex mecenas del grupo Almendra, y ex editor de la revista Mordisco. Lo acompañan desde un primer momento el periodista y poeta Alberto Pipo Lernoud y Horacio Fontova, ilustrador y músico, entre otras cosas, encargado del arte de la revista. El primer número aparece en agosto de 1976.A pesar de los cortes, cierres y persecuciones que comenzaron hacia fines de 1975, la actividad de las revistas clandestinas llegó a formar un circuito de información, especialmente de tipo cultural, organizada alrededor de la Comunidad del Parque Rivadavia y la del Parque Centenario, en el centro geográfico de la Ciudad de Buenos Aires. Estos grupos impulsaron publicaciones como Isla, Primero, Confluir y Solo Sol, impresas en mimeógrafo o duplicadas a máquina. En su conjunto, estas revistas llegaron a editar 2.000 ejemplares en cinco números.Hacia 1975 se profundizan las diferencias al cobrar fuerza innegable la cultura rock vinculada con el análisis sociológico, frente a publicaciones de grupos orientalistas como Hare Krishna o El Hemofílico, que combinaban mezclando temas de ecología con ciencias ocultas, esoterismo, ciencia ficción, poesía y música. Antes de la dispersión de marzo del ’76 por lo menos 30 revistas habían visto la luz y 20 de ellas habían sobrepasado el número uno.

Entre ellas: Mensaje, Pleamar, Antimitomanía, El Perof, Parque de Ratones Blancos, A Buen Puerto, Cosecha, Todos en el Hospicio, Viento, Eco, Aveluz, Grito, La Mandrágora, Puro Cuento y El Cuento, habían consolidado una difusión en el público joven y una buena distribución por la Avenida Corrientes.Si bien se trata de un público restringido, en cuanto a la cantidad de ejemplares, este espacio se constituye en un campo propicio para la circulación de ideas vinculadas a la contracultura, que por su modo de operar persiste a pesar de la dictadura y la censura.Retrospectivamente, describe al Expreso como «un núcleo de camaradería creativa y un refugio casi secreto en la época más sangrienta y dolorosa de la historia argentina» (Lernoud, El Expreso Imaginario [versión PDF]). Se trata de intelectuales irregulares en cuanto al tipo de formación, autodidactas, y a los temas sobre los cuales construyen una nueva erudición que circula en revistas semanales o mensuales, como es el caso de esta en particular.Los primeros integrantes de la revista se encuentran vinculados a los músicos que dan origen al rock en Buenos Aires, y forman parte de «una nueva conciencia musical y literaria nacida en el ‗66 en la cueva de Pueyrredón» (El Expreso Imaginario, abril de 1978).

Se trata de la cultura del rock progresivo cuyos pioneros son Moris Birabent, Javier Martínez, Tanguito, Lito Nebbia. Este grupo tiene su epicentro en un triángulo formado por un local llamado La Cueva, el Instituto Di Tella, ubicado en Florida 900, y Plaza Francia. Completan el núcleo de colaboradores estables: Alfredo Rosso, Claudio Kleinman y Fernando Basabru, quienes provienen de la revista Mordisco, revista de Pistocchi exclusivamente sobre rock, pero contraria a la estrategia comunicacional de la ya consagrada Pelo. 

Finalmente, el apoyo financiero necesario proviene de Alberto Ohanian, un abogado a quien conocen por medio de Luis Alberto Spinetta. Aunque formen parte de este universo y compartan una parte de la audiencia, El Expreso Imaginario pretende diferenciarse de aquellas otras revistas que solo se dedican a la crítica y promoción del rock nacional, El primer rasgo que define su singularidad es la falta de especialización. La revista combina en su staff a intelectuales de origen heterogéneo. Así recuerda Lernoud a los integrantes de la primera formación:Pipo Lernoud

En realidad, la idea ya tenía su tiempo de rodaje. Había surgido de Jorge Pistocchi, ex mecenas de Almendra, ex director de la revista Mordisco, especializada en rock. Jorge me contactó a mediados de 1975 con una carpeta con dibujos y notas, un logo y la primera tapa ya diseñada. Empezamos a buscar financiamiento para el proyecto, y pensar en armar un equipo. El primero que se nos ocurrió fue Horacio Fontova, el «negro renacentista», actor, dibujante, músico, escritor y viejo amigo de las noches de naufragio con Miguel Abuelo y Tanguito. Horacio le pondría la impronta estética al Expreso, una personalidad que la destaca entre las revistas de la Argentina y probablemente del mundo, Jorge trajo a Alfredo Rosso, que estaba terminando la colimba y escribía para su anterior revista, Mordisco. El veinteañero Rosso trajo a dos amigos, Claudio Kleiman –compañero de la colimba– y Fernando Basabru‖ (Lernoud, El Expreso Imaginario [versión PDF]).

Los rasgos distintivos de la revista, a diferencia de aquellas otras, es el espíritu de El Expreso, que no se restringe a un género, ni siquiera a lo musical. Las entrevistas a bandas, reseñas de recitales, o críticas de discos solo ocupan una de las distintas secciones de la revista, que mantiene los cronistas y el nombre de su predecesora Mordisco. Existen otras secciones fijas como «Crítica de espectáculos», «Guía del espectador», «Revistas subterráneas», o el «Rincón de los fenicios», dedicada a avisos clasificados. Frecuentemente hay espacio para historietas prestigiosas y también no conocidas (Kat Krazy, Vuelos de Argento y El famoso).El primer número incluye, por iniciativa de Pistocchi, la reedición de la precursora historieta Little Nemo creada por Windsor Mc. Kay en 1905. El protagonista habita también un mundo paralelo de gran riqueza narrativa: Slumberland, que literalmente significa en español “el país de los sueños”.Pistocchi narraba en la última página de este primer número, los orígenes del mundo fantástico de Nemo que revivía en cada uno de los sueños que ilustraba semanalmente el diario New York Herald, a principios del siglo XX. Se daba a entender que la revista misma podía ser un sueño de Nemo (en latín, nadie).“Nemo acudía al llamado de la pequeña princesa hija de Morfeo acompañado por los distintos emisarios que esta enviaba para jugar con ella en su fantástico paraíso con dragones y mariposas gigantes” (El Expreso Imaginario, agosto de 1976).

Por razones de presupuesto, a partir del número 37, en agosto de 1979, se anunció en la editorial que la revista se separaría de Mordisco, que a partir de entonces aparecía como un suplemento de compra opcional junto a El Expreso Imaginario. El sumario de Mordisco siguió apareciendo de todos modos junto al índice general de la revista. Se realizan investigaciones sobre temas variados. En este eclecticismo radica su atractivo. La ecología aparece en la revista como un conjunto de reflexiones que apuntan a cuestionar los efectos predadores de la lógica mercantil «del hombre» en el planeta Tierra. Desde allí se recuperan las culturas indígenas, su poesía y su cosmogonía.La utopía se presenta en términos cósmicos, no partidarios, y más allá de las fronteras nacionales, alejados de la retórica de la militancia clásica de la izquierda. Los símbolos que los agrupan son específicamente culturales, aunque implican tomas de posición que atraviesan distintos temas, como cine (Pettinato), literatura (Virgile), poesía de los lectores y ciencia ficción (Giménez), fotografía (Puga Lareo), psico danza (Rafanelli), experiencias de vida en comunidad (Cooke), y otras culturas (Granados), entre una variada gama de intereses. Se destacan los artículos de José Luis D‘Amatto sobre el origen del mundo (julio de 1977) o el origen de la vida (noviembre de 1977).

Tanto Lernoud, que posee relaciones de amistad con los músicos más importantes de esa primera camada del rock nacional y que ha elaborado incluso algunas de las letras de los comienzos de este movimiento, como Pistocchi, cuyas anteriores publicaciones habían inaugurado el periodismo especializado en rock en la argentina, se interesan también por todos los géneros musicales, siempre y cuando pueda verse en estos una búsqueda por producir nuevas experiencias perceptivas. Su amplio conocimiento sobre música incluye a géneros variados que se producen contemporáneamente en las principales capitales de Europa, Estados Unidos, y Latinoamérica. Entre ellos puede mencionarse el interés por el jazz, la música de brasil, hasta otros músicos más alejados aun de la cultura del rock, pero valorados como artistas que investigan nuevas formas.

El Expreso se constituye no solamente en un órgano de difusión de producciones artísticas, sino que funciona como un centro simbólico capaz de nucleares personas dispersas que se comunican por su intermedio y conmueven una sensibilidad común. En el «Correo de Lectores», convertido rápidamente en una sección central de la revista, se observa el estrecho vínculo que une a lectores y productores, vínculo mediado por una cadena de símbolos que conforman una corriente cultural. A través de bienes altamente valorados, perciben compartir una afinidad distintiva con respecto a otros espacios, incluso los más cercanos. El tono general de las cartas posee una carga afectiva fácil de notar.

  • “Querida Gente del Expreso: Amo a la revista, y a través de ella, los amo a ustedes. De eso me fui dando cuenta de a poco, y aquí estoy, porque donde hay gente que levanta la Vida, ahí hay que estar prendido, apoyando” (El Expreso Imaginario, abril de 1978).

El arte de la revista es un elemento central de su singularidad y el contrapunto de los gustos musicales que se proponen. Los dibujos de Horacio Fontova construyen universos completos, paralelos, llenos de vitalidad expansiva. En la primera portada, tomando el sentido literal de un «expreso imaginario» un tren salía propulsado de la boca de un monstruo verde, alado, con brazos humanos y pies de águila. La estética de la historieta fantástica, con elementos de la ciencia ficción elude el punto de vista del contexto cercano, evitando los riesgos de la censura. En la misma línea la tipografía psicodélica del nombre, el logo de la revista recuerda a Heinz Edelman, creador de los dibujos de la película de animación sobre la banda The Beatles, Yellow submarine, que se estrenó en 1968 e influyó sobre varias generaciones posteriores.

Con estas influencias, las ilustraciones de Horacio Fontova ofrecen una utopía cósmica, universal, un mundo perceptivo nuevo y ampliado. Asimismo, como director de arte, las elecciones de Fontova apuntan a otros ilustradores y artistas plásticos que utilizan en sus respectivas poéticas elementos semejantes. Su erudita selección provee de un repertorio de imágenes provenientes de espacios no tradicionales del mundo entero. Dos tópicos típicamente vanguardistas permean al núcleo creador de El Expreso:En primer lugar, la búsqueda de lo nuevo, por su capacidad de contradecir lo establecido En este sentido debe entenderse la inclusión de géneros menores, o periféricos entre los intereses de la revista. Se reconoce como rasgo central de este espacio una propensión a cuestionar las normas y la normalidad (Bourdieu), lo que obliga a elaborar un conjunto de reglas alternativas a la dominante, en todos los órdenes de la vida.En segundo lugar, explícitamente se apela al arte en su capacidad de transformar la vida. Aún más que en otros casos, es evidente que la revista ofrece, no solo información sobre producciones culturales, sino también guías para la vida que alcanzan todos los aspectos. Se sugiere qué música escuchar, qué películas ver, qué libros leer, pero además se prescriben conductas para la vida cotidiana. Se dan consejos sobre alimentación; promociona allí el primer almacén de comida macrobiótica. Los consejos apuntan a una vida autónoma, por fuera de las pautas mercantiles de la «sociedad de consumo». Ilustra bien esta tendencia a reforzar el propio ethos de grupo la mítica sección «Guía práctica para habitar el planeta», donde se enseñan técnicas de teñido de ropa estilo «batik» (Alvarenga) o cómo hacer una huerta doméstica y consejos para una buena alimentación.

Se entremezcla en la selección de símbolos artísticos que hacían los integrantes de El Expreso un conjunto de valores explícitos, una normatividad nueva y diferenciada de la sociedad «de consumo» que prescribe un modo de vida radicalmente opuesto. El carácter evidentemente minoritario de este espacio en sus inicios requiere una barrera defensiva contra la «contaminación externa», un código moral sin concesiones. La cultura se concibe como un modo de vida, un ethos. La gran mayoría de los informes y de las críticas de espectáculos, artes, libros, recitales, etcétera, insisten en la contraposición entre la lógica de la producción de bienes culturales verdaderos y la lógica de producción comercial y capitalista.Es difícil cuantificar a los lectores de la revista. En 2 de enero de 1982, es decir cuando El Expreso Imaginario cumplía ya ocho años de existencia, se realizó un festival, “Pan Caliente” para soliviantar las penurias económicas de la revista homónima de Jorge Pistocchi. Si bien se trata de un indicador impreciso puede dar una pauta de la convocatoria que poseía la figura de Pistocchi. Fue altísima si tomamos en cuenta el reconocimiento posterior de las bandas que lo acompañaron: León Gieco, Piero con Prema, Litto Nebbia, Los Abuelos de la Nada, La Fuente, Sexteto Mía, Alejandro Medina, Alejandro Lerner y la Magia, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, entre otros.

Como vemos, varios elementos nutren este espacio cultural. Se recupera el fenómeno del rock, constituyendo un discurso erudito que eleva la valoración de este en tanto fenómeno artístico y cultural. Se destacan en la revista la poesía de las letras (Génesis, la poesía en el rock, junio de 1977; Los nuevos temas [letras de Almendra, enero de 1980), los imaginarios contraculturales, las tradiciones no occidentales, sobre las que se realizan investigaciones serias y extensas, junto al hippismo, aparecen en forma reiterada en artículos sobre ecologismo, filosofía oriental, la tecnología y el futurismo.

La presencia del movimiento punk dejará su marca en este espacio (Rosso, junio de 1978). Como es usual en la revista, se reconstruye el contexto social del surgimiento del punk en Londres. El stress de vivir hacinados en cadenas de monobloques, la angustia del desempleo y el disgusto que les provoca una educación que “dicen” no tiene más que frases hechas para responder a sus preguntas. La cultura del «hágalo usted mismo», enarbolada como bandera por el punk, tiene en la revista su propia sección, aunque en este caso se trata de una producción artística realizada por músicos que carecen de las competencias supuestamente necesarias para ello. A continuación, el artículo reseña las bandas más importantes del punk hasta el momento: Sex Pistols, The Clash, The Stranglers, Elvis Costello, The Damned, entre otros.

Es corriente que los lectores envíen poemas para ser publicados, o se ofrezcan como colaboradores de la revista. En muchos casos el pasaje se concreta, en otros no, pero lo cierto es que existe un fluido intercambio entre el rol del público y el de productor. A pesar de pertenecer a la «crítica», el grupo que realiza El Expreso Imaginario privilegia el rol de los productores por sobre cualquier otra categoría de actores del campo, sobre todo por sobre el de quienes se ocupan de la comercialización de las producciones, reeditando la antinomia entre el mundo de la libertad y la creación y el mundo del consumo.

Así se refiere elípticamente al uso que hacían algunos de la sección lectores, de quienes tomaba distancia, censurando el contenido expresivo de sus cartas, a las que denominaba «catárticas»: versión actualizada (algunas) de los cursis correos sentimentales, colección de pálidas trilladísimas» (Gumier Maier, 1978). Gumier Maier, vincula a estos, además, con quienes solo se interesan por las bandas de rock, de quienes también se diferenciaba. Esta diferenciación, y la posición que él tomaba, coincidía con una división en el grupo de quienes hacían la revista.La identificación de Gumier Maier con los productores de la revista encontró reciprocidad, y a partir del Nº 37, en agosto de 1979, se suma al staff de colaboradores. Es este el número que anuncia la separación del suplemento sobre rock, Mordisco, de El Expreso Imaginario, que a partir de entonces se editan por separado. La renuncia de Jorge Pistocchi se hará realidad en el número siguiente de la revista. Jorge publica allí una carta, explicando las causas de su alejamiento. Se publica en la sección de cartas de lectores, y está dirigida a Pipo Lernoud:Renunciade Jorge al Expreso:

Pipo: Desde el número anterior decidí abandonar la dirección del expreso y sumarme a la lista de colaboradores, te prometí algunas líneas aclaratorias. Tardé un poco en decidirme porque resulta difícil dar razones cuando te separas de algo que amaste mucho y, como cualquier despegue afectivo, se produjo más por dudas que por certezas. […] Digo dudas, a un nivel personal, de seguir encontrando en esta aventura aquel genial espíritu que hace cinco años surgió en una mesa de la pizzería Imperio (¡Oh! ¡Los nombres!), y que bautizamos Expreso Imaginario […] En medio de este mundo con tanta muerte y confusión, iniciar un viaje hacia la poesía no era cosa fácil. Sin embargo, toda la polenta se hizo presente el día que para sacar el primer número a la calle intercalamos, doblamos y abrochamos ciento veinte mil hojas a mano y hasta los amigos y parientes fueron arrastrados en la empresa‖ (Pistocchi, noviembre de 1979: 4)… Todo esto es bien subjetivo, pero no puedo dejar de serlo en un momento en que trato de encontrar mi propia claridad».

El alejamiento de Jorge Pistocchi de la revista ilustra hasta qué punto el nuevo mundo requería a sus ojos un sistema normativo totalmente alternativo donde ningún gesto de especulación podía tener lugar. Las razones que alega si bien pueden parecer ambiguas tienen mucho que ver con el espíritu de la revista. La despedida tenía una fuerte carga afectiva, algo enfatizado por el género epistolar, y por el destinatario figurado, que ameritaba un tono de confesión. La revista que había imaginado se pretendía diferente de otras que solo se ocupaban del fenómeno del rock, crecientemente redituable. Las variadas secciones traducían los intereses artísticos múltiples de Pistocchi, y articulaban los de todos los integrantes. Artes plásticas, poesía, cine, culturas indígenas, ecología, además de las ya mencionadas. En este conjunto de temas, el rock ocupaba apenas una parte en la primera versión de la revista. Alberto Ohanian, el inversor capitalista, aspiraba a que la revista funcionara como un negocio, y sostenía que la revista era poco redituable.

Desde la mirada de Pistocchi, el criterio mercantil iba unido a la extensión que ocupaba el rock en las páginas de la revista: Los problemas surgieron cuando se planteó la idea de hacer una revista puramente musical. Él no va más llegó cuando no sacamos a Lennon en tapa después de su asesinato, y en cambio salió Almendra. Pero el límite fue la tapa con Queen, que en ese entonces representaba el conchetaje y el plástico‖ (Clarín, 18 de agosto, 1996)La explicación de Ohanian acerca de la ruptura no contradice lo señalado por Pistocchi: Nunca vendimos más de 14 mil ejemplares, cuando hicimos la tapa con Queen. El Expreso… era una aventura romántica, pero yo pretendía que terminara siendo un éxito comercial‖ (Clarín, 18 de agosto, 1996). Esta pretensión, esperable para su rol de financista, iba en contra de la ética que sostenía su creador, el más radical del grupo. Pistocchi se retiró a fines de 1979.

Otro hecho precipitó su decisión: Ohanian utilizó el isotipo representativo de la revista, un arlequín con gorro rosa por Horacio Fontova, para la agencia que aún conserva y que por esos días producía el regreso de Almendra al estadio Obras y al disco (Clarín, 18 de agosto, 1996). Si bien los creadores de la revista habían apoyado el grupo de Luis Alberto Spinetta desde sus comienzos, la utilización de un símbolo de la revista para un proyecto personal, y sobre todo, con fines comerciales, fue el último gesto que terminó de distanciar las diferentes miradas que conformaban la revista.Mientras para Pistocchi la revista era principalmente un hecho cultural independiente, que defendía valores y criterios no comerciales, para Ohanian y quienes sucedieron, ambas cosas podían combinarse sin percibir en ellos ninguna contradicción. Así es como la convivencia entre dos miradas distintas que ahora se volvían antagónicas.

CONCLUSIONES:Durante los años de la dictadura, el clima general represivo favoreció así la construcción de lazos comunitarios entre un conjunto de personas cuyas prácticas, gustos, y opciones de vida, debían mantener ocultas, Aunque en tono de humor, otro hecho que ilustra bien la consideración que tiene el grupo que hace la revista sobre las aspiraciones lucrativas es el nombre dado a la sección dedicada a avisos clasificados: “El rincón de los Fenicios”. La relativamente pequeña red a la que nos referimos reforzó los lazos intragrupo, instituyendo una línea cultural alternativa a la dominante. Esta línea es una combinación de una tradición selectiva, junto a un conjunto de valores y prácticas que unifican a actores de ese espacio configurando un modo de ser intelectual que ubicamos en el tipo “vocacional”.El tipo de actor cultural que define este universo involucra en la tarea intelectual la personalidad entera y exige, el don de sí mismo‖ (Sapiro, 2007, Heinich, 2005). Consideramos que dentro de ese territorio de intercambios que definió una zona del campo cultural durante la dictadura, el caso de la revista El Expreso Imaginario permite observar la gestación de lo que llamaremos un ethos intelectual disidente. La articulación entre los distintos elementos que componen su singularidad conforma una relación con los bienes de la cultura indisociable de un modo de vida. En este espacio podemos señalar el ingreso al campo cultural de actores en este período periféricos con respecto a la cultura dominante, cuya posterior actuación en el campo cultural y en la apertura democrática marcaría el inicio de la circulación de estas nuevas estéticas contraculturales.

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