«REFLEJADO»

Juzgar si la vida vale o no vale la pena de vivirla es responder a la pregunta fundamental de la filosofía. En la medida que comencemos a meternos dentro del espíritu de Alejo, una persona que no logra vincularse con el otro y no le encuentra sentido a las cosas, comenzaremos a entender que hay miles de personas como él. Alejo trabaja colgado desde afuera, observando como el otro lado parece estar cada vez más lejano y su existencia se convalida en el reflejo de su propio cuerpo en los vidrios que limpia a diario.

 

 

El concepto de limpieza implica la existencia previa de suciedad y es así como nuestro protagonista se ve a sí mismo y a lo que lo rodea. Alejo busca misteriosamente un trabajo que lo expone todo el tiempo a su propia imagen, colgando precariamente de un edificio al que limpia su fachada e intenta ver qué esconde por dentro. Lo hace con el mismo desgano con el que vive. Parece estar fuera toda la mecánica social necesaria para construir lazos duraderos.Vive en las dependencia de ese edificio, que comenzará a juzgarlo de a poco.Su trabajo esta rodeado de precariedad laboral. El es solo un instrumento para que un mundo de oficinistas pueda darse el gusto de ver, por entre los vidrios, una sociedad a la que subestiman. Las terrazas y las alturas lo colocan en una aparente distancia con sus semejantes, pero de entre esas escaleras, que recorre a diario, aparecen algunos otros personajes que ostentan una pequeña porción de poder  y se lo hacen saber.Las escenas transcurren generalmente por las noches. Es allí donde estos sobrevivientes viven al borde de la invisibilidad, nadie pareciera tener algo de empatía para con el otro, solo el pago de dinero o alguna bebida le permite a Alejo instalarse en esa terraza y en horarios nocturnos para subsistir a la deriva con sus propios pensamientos.

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Que esconde este limpiavidrios? jamás da indicios de su ostracismo social, la presencia de una joven le arrancará un destello de gracia e interés que se consume ante el primer inconveniente.Ha suscrito un seguro de vida a nombre del otro empleado cuando una empresaria representante del consorcio le exige que le firme.No tiene o no quiere incorporar a nadie a ese mundo suyo que se está consumiendo. Todo se va enrareciendo con la aparición, en su camino diario, de mensajes escritos dentro de sobres que intentan denunciar actitudes o particularidades escondidas de algunos residentes.Es este el disparador que moviliza a Alejo a romper la prohibición explícita de no entrometerse con lo que hay del otro lado del vidrio. 

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Comienza un raro entramado, muy bien sustentado en las tonalidades de la fotografía y su música.Nazareno Casero da todo lo que le piden, es un rostro indescifrable y casi sin emoción en situaciones poco claras.Lejos de ser un entorpecimiento esto va agigantando el relato, sobrevuela la catástrofe y nadie escapa al ambiente trágico y oscuro que su director le imprime.Las cartas se suceden y la historia va entretejiendo una telaraña entre presentes y ausentes. La película nos incomoda y tendrá su desenlace. Alejo vive colgado de una arnés precario y poco le importa. Un edificio lleno de vidrios a limpiar tiene un laberinto de escaleras y oficinistas que se consumen en una rutina laboral y emocional.Solo los que destilan algo de resentimiento le dan sonido a los diálogos.

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Estos se apoyan en la enorme calidad de sus actores, enriqueciendo escenas pequeñas en su duración y enormes en su construcción dramática.Juan Baldana elige una dirección lineal que va  hacia adelante constantemente.Las actuación de Juan Palomino, como jefe de seguridad, tiene la intensidad de su voz y su capacidad, poco es mucho y aquí se nota. Germán de Silva es un certificado autenticado de lo que debe ser su personaje.Los dos actúan con precisión de reloj, con silencios y miradas que son los colores en esta pintura audiovisual.Luis Ziembrowsky es un actor tremendo que aporta su histrionismo natural. Todos son caras de la misma derrota con cicatrices diferentes e intentan liberarse de una conspiración que los aturde y en palabras de los propios personajes: «les tienen las pelotas llenas!

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Reflejado es una película de la lectura que Juan ha hecho de una historia que nos ofrece con quien identificarnos.Una metáfora de la incapacidad de una sociedad por limpiar su miserias y conectarse entre sus semejantes para drenar una frustración colectiva. En todo grupo cada uno aplica a un rol específico y trabaja en consecuencia, Alejo, asume su rol en la historia y conectará por momentos a todos, agotando su propia capacidad de tolerancia y actuará en consecuencia.