Por Hugo Bertone
La nostalgia puede tener dos variantes. O convertirse en una triste melancolía de recuerdos de un tiempo perdido o resultar ser el motor para llegar a concretar aquello que no sucedió.
Ahondando y de modo muy profundo en el sentimiento, Alexander Payne, director y por sobre todas las cosas guionista de trascendencia contemporánea, emite desde este trabajo una excelente narrativa visual, un fresco de parajes lejanos, de rutas y pueblos casi fantasmas, incluyendo la satírica visión de la sociedad Estadounidense que ya es marca registrada en cada una de sus obras, abriendo un abanico de sensaciones y sentimientos que desde el minimalismo de la historia, muestra caminos para adentrarnos y hacer reflejo en varios de los personajes que conforman este inolvidable film.
Nebraska narra el viaje realizado por un padre alcohólico y su distante hijo desde Montana hasta Nebraska para que el anciano recoja un “premio” ganado de un millón de dólares que recibió por correo. El mismo, con síntomas de demencia, esta convencido de haber obtenido el monto citado, creyéndose millonario y embarcándose en el viaje para cobrar el dinero.
Desde un minimalista guion generado por Bob Nelson, comienza a mostrarse una atmósfera de situaciones comunes a la cotidianeidad humana y un tinte sumamente humano desde esta Road movie con movimientos tragicómicos y situaciones internas que se despegan ante un viaje esclarecedor e interno.
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Allí el recurso del viaje resulta importante ante el encuadre argumental y básico: descubrirse y alinearse hacia lo elemental y tan complejo a la vez que resulta la cristalización de la materia y el espíritu que se exponen en situaciones que conducen a entendernos un poco mas en un mundo que pondera al sentido material en cada una de sus variantes y tiende a esconder, a no difundir, las veraces formas que perdemos cotidianamente.
La idea de una obsesión logra movilizar a una familia y descubrir en ella quien es quien y como se traducen los sentimientos; La disuasión, el intentar deponer la loca idea del padre genera en el hijo una asociación conductiva que libera sensaciones y lo introduce en descubrirse a si mismo, sosteniendo un silencioso amor absoluto hacia su progenitor.
Estos valores encontrados en una cinta filmada íntegramente en blanco y negro, resaltando en el monocroma el sentido del trabajo, nos relata de modo directo y sin concesión alguna, las formas humillantes de la vida, las lejanas historias que forman parte de la construcción de un ser, y la dignidad a conquistar, desde la fuerza que el espíritu brinda a quienes transcurren el tiempo de la tercera edad y son descartados no solo por un sistema que pondera lo bello y joven, sino por la misma espada de Damocles que sostienen los familiares y amigos, y estos mensajes están sobremanera logrados, generando ese halo de reflexión ante estas propuestas que apelan al corazón y la razón.
La obra deja en claro que lo importante no es el destino, si no el camino. El camino es la utopía, como bien supo sostener nuestro gigante Fernando Birri, y tomar una mínima historia y convertirla en un clásico contemporáneo, resume la tarea de alma y técnica del trabajo.
Tres grandes actores y un reparto fundamental realzan esta aventura en el camino del entendimiento.
Will Forte en un rol diferente y sumamente logrado. El hijo del anciano que se expresa con matices profundos de miradas furtivas y sentidas, el afamado cómico, miembro del elenco estable del clásico de humor estadounidense “Saturday night live”, genera una interpretación diferente y sumamente sentida. June Squibb, una relevante actriz de reparto abordando una actuación de antología sin eufemismos, logrando representar una singular madre protestona y vehemente.
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Y el viejo Woody.
Contrariado por la vida y sosteniendo un sueño.Un poco malo y un poco bueno. Victima como miles, de las circunstancias erróneas de la vida. Obsesivo, decidido y con la claridad que le aporta su temple. Bruce Dern, actor de primer nivel, de relevancia absoluta, abordando desde lo físico y lo psíquico un papel inolvidable y estructuralmente importante.
Natural, irónica, melancólica, reflexiva, sincera, cómica, enternecedora, realista.
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Nebraska es un lugar común a muchos. Un lugar donde habita el recuerdo y el reconocimiento tan buscado y hasta a veces, necesario, colmado de codicia, de esperanza, de familias hipócritas, del perdón, de la vejez como patología con los primeros problemas de desorientación, del amor fraternal, del matrimonio y sus claroscuros.
La obra se ciñe a dos que le hacen homenaje directo a la obra de Cervantes, en busca de derribar sus propios molinos de viento y el entrañable Woody, que representa a muchos ancianos que en su ocaso de vida se miran y creen sus vidas desperdiciadas, siendo la obra un Canto a la Fuerza motora de la Ilusión.
Nebraska nos hace entender que el crepúsculo, es tan solo el inicio de una nueva vida.
La propia.
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