«Las insoladas» viajan a Cuba
«Las insoladas» viajan a Cuba

«Las insoladas» viajan a Cuba

Una crítica cinematográfica no es otra cosa que una opinión subjetiva de un espectador que tiene algún ejercicio en su mirada sobre la películas para elegir detalles, actuaciones o puestas en escena, que lo movilizan a dar opinión al respecto. Muchas veces esas condiciones son difíciles de detallar y esto ocurre cuando la obra artística, por algún misterio, nos parece una totalidad  en sí misma. 

Eso es lo que descubrí en la película “Las insoladas”(2014) dirigida por Gustavo Taretto. La historia es sencilla, seis amigas se reúnen en el día más caluroso de un verano menemista en una terraza a tomar sol.La idea es estar bronceadas para la audición que darán esa noche en un concurso de salsa que tiene como premio 5000 dólares.

La intensidad de la temperatura se va marcando en los rostros y en los cuerpos y por varios momentos en las actitudes. A medida que esta sube las chicas se aletargan y sus conversaciones son más triviales o comunes. No dejan ni por un instante de construir sus personajes, cada actriz representa un estereotipo y de allí no sale, las personalidades son diferentes y aunque se amalgaman en una amistad, el director nos va marcando en los diálogos y hasta con el color de sus mallas, quién es quién. 

Hay una una magnífica ambientación fotográfica que reproduce el devenir de un día soleado a partir de un solo lugar: la terraza. Las 6 actrices de diversas formaciones y procedencias, ponen el cuerpo a una actuación que las completa. 

Es fin de año y eso generalmente impulsa los balances personales y la idea de un tiempo mejor está ligado a la ilusión de un viaje a Cuba. Primero por 14 días, para lo que hacen todo tipo de cuentas sobre lo que tienen de efectivo y aquello que necesitan acumular. La idea que se impone es la de hacer una vaquita entre todas. El pesimismo las sobrevuela y les surge una opción salvadora: ¿Y si lo sacan en cuotas y luego no regresan? 

Un guiño del director a la marca del gobierno menemista y de la convertibilidad, las cuotas en una economía sin inflación hacían posible lo que hasta allí era solo un sueño. Las chicas oscilan entre alegrías y pequeños reproches internos, pero en su mayoría la película fluye sola, se hace visible el calor y como van cambiando de lugar, a mediada que el sol cae, en esa pequeña terraza. Una pelopincho les da el marco de clase que la situación insinúa. No quieren otro verano entre cables y terrazas, su única alternativa de cambio es ganar el certamen y enterrar esa letanía adolescente en las arenas de las playas cubanas  

Carla Peterson, Elisa Carricajo, Marina Bellati, Maricel Álvarez, Violeta Urtizberea y una sorprendente Luisana Lopilato, son un pintura de esa clase media algo postergada que ve a sus alrededor a compatriotas tomar aviones y comprar departamentos en cuotas, mientras ellas solo toman sol en la misma terraza, entre la misma telaraña de cables que las nuevas compañías telefónicas recién instaladas en el país tejieron. 

Los momentos más divertidos se gestan de las confusiones que tienen sobre el comunismo o cuando la más instruida intenta interpretar actitudes de las otras. La frivolidad displicente con la que se relacionan es una manera de sobrevivir a ese momento de sus vidas, chicas que aspiran a dar un salto desde esa terraza hirviendo a una nueva realidad de ser de una vez y para siempre otras personas. La película es una ventana a un momento determinado de determinadas personas, no aspira a más, y bien que lo logra, es en sí misma una totalidad. Seis chicas asándose al sol y soñando con un pasaje menemista a Cuba, nos enternecen y por mementos nos representan.

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