La película «surge de la necesidad de ver cómo vive alguien que no puede comunicarse con su entorno y es la única sorda de la familia», reveló a Télam el director del filme que se puede ver desde hoy en el cine Gaumont y en cuatro salas del país.
«Alma», largometraje dirigido por Juan Pablo Martínez que se estrena este jueves en cines, relata en clave de drama las interacciones de una joven sorda con su hermana mayor y un instructor de buceo con el que trabajan en un emprendimiento familiar en la Patagonia, luego de tener que hacerse cargo de la pequeña empresa tras la muerte de su madre.
Con las actuaciones de Florencia Otero, Carolina Kopelioff y Guillermo Pfening, el drama de 64 minutos usa a su favor la ambientación de los paisajes patagónicos y captura fotográficos momentos en sus escenas de buceo.
La película se podrá ver en el porteño Cine Gaumont en las funciones de las 12.45, 18.40 y 22 y en el Cine Arte Cacodelphia, el Espacio Incaa de Cipolletti, el Centro Cultural Cotesma de San Martín de los Andes y el Cine Teatro Talia de Puerto San Julián, Santa Cruz.
Alma es sorda de nacimiento y el buceo y el agua su pasión y lugar en el mundo. El fallecimiento de su madre hace que, junto a su medio hermana Julia, deba llevar adelante el negocio familiar, una posada en la Patagonia que lleva a los turistas a bucear, con un instructor a quien ambas quieren seducir.
La película «surge de la necesidad de ver cómo vive alguien que no puede comunicarse con su entorno y es la única sorda de la familia», explicó en diálogo con Télam el director del filme, quien sostuvo que la temática del buceo ayudó a su historia «porque debajo del agua es un ambiente en el cual todos las personas somos iguales: tanto sordos como oyentes tenemos una única forma de comunicarnos, a través de la seña».
«Era un entorno en el cual Alma se iba a sentir segura y teniendo el control de las situaciones, ya que todos tenían que seguirla y hablar, entre comillas, su idioma. Los igualaba a todos ese lugar, por eso ella se siente tan cómoda debajo del agua», consideró.
-Juan Pablo, ¿en qué consiste esta trilogía temática sobre discapacidades que disparó esta película?
-Esta es la tercera parte de una trilogía de tres mujeres, que tiene que ver con los sentidos. En la primera, «Emma» (2018) el personaje no podía hablar. «Lucía» (2020) va perdiendo la vista durante el transcurso de la película. Y en esta, Alma es sorda de nacimiento, por lo cual estaba ya planteado desde la génesis de la primera película el tema de que la tercera iba a ser sorda. A partir de ahí fueron surgiendo los tres guiones: pequeñas descripciones de algunas escenas que, sumadas a ensayos con los actores, se iba transformando en guion. También había algunas cosas que buscábamos directamente en rodaje, aunque era un poco más complicado porque teníamos que hacer que las actrices estudiaran lengua de señas. Por lo cual fue un proceso un poco más largo y estuvieron un año, casi toda la pandemia, aprendiendo lenguaje de señas para poder después hablar con fluidez en la película.
-¿De qué se trata ese debate entre los sordos entre los que quieren volver a oír a partir de los avances de la ciencia y los que prefieren seguir sordos?
-El tema de la identidad. Por cómo la ciencia avanza es más fácil curar la sordera con implantes cocleares, por lo cual la de señas es una lengua que se está perdiendo y eso para los sordos es perder su identidad. El idioma en el cual hablamos es una parte importante de nuestra identidad. Y hay dos vertientes: se resisten porque hay una cuestión de la pérdida. El idioma es parte de esa identidad y algunos sienten que ese es su mundo y que nadie trata de integrarse a su mundo, sino que el mundo trata de obligarlos y llevarlos a su forma de ser. Para nosotros que escuchamos es bastante difícil entender por qué alguien no querría. También algunos no quieren operarse porque el tema es que tenés que volver a entrenar cuando sos grande, no te hace oír. Cuando sos chico generalmente se hace a los dos o tres años para que funcione bien, por lo cual, cuando sos grande ya es más complicado porque el cerebro tiene que volver a reinterpretar las frecuencias del sonido. Hay que hacer mucha terapia para poder llegar a que esos sonidos que empiezan a escuchar se transformen en un idioma
-¿Dirías que en ese debate hay una postura mayoritaria?
-No. La generación más joven obviamente que sí quiere el implante porque permite integrarse de una manera mucho mejor a la sociedad en la que viven. El tema es que a algunas personas ya este implante les llegó tarde. Entonces sienten como que están perdiendo su grupo, su identidad. Quedan como relegados porque incluso hay algunos sordos que ahora escuchan y entonces se va perdiendo su lengua, va perdiendo su grupo. Es una sociedad muy unida y muy integrada y todo lo que hacen empiezan a ver cómo se va a desintegrando.
-¿Por qué elegiste explorar el tópico discapacidad?
JPM: Me interesaba contar historias diferentes. Tuve en el transcurso de la vida contacto con mucha gente con estas discapacidades y veía su dificultad de vivir en un mundo que no está creado para ellos. Entonces me gustaba como conflicto inicial para una trama de una película contar eso que les pasa y poder yo también aprender en el proceso, que duró casi tres años y fue interrumpido por la pandemia. Me interesa contar historias de gente que tiene conflictos con el entorno que la rodea; de ahí surge la génesis de las tres películas, básicamente
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