¿Quién asesinó a Fernando Báez Sosa?  
¿Quién asesinó a Fernando Báez Sosa?  

¿Quién asesinó a Fernando Báez Sosa?  

Fuenteovejuna, Obra teatral del Siglo de Oro español del dramaturgo Lope de Vega.

Fuenteovejuna es un pueblo pequeño que está bajo la jurisdicción del Comendador, Fernán Gómez de Guzmán. Éste es un tirano que no sólo no respeta la ley, sino que además abusa de su estatus y poder de forma cruel y sin escrúpulos 

Laurencia y Frondoso, dos jóvenes de la villa están enamorados y deciden casarse, pero Fernán Gómez ya tenía a la joven como objetivo y la manda arrestar para someterla. Frondoso se arma de valor y la salva humillando al Comendador, quien promete venganza. Esta llega el día de la boda de Laurencia y Frondoso, apresando al joven y llevando al Laurencia a palacio. 

Ante este suceso, el pueblo estalla y deciden ir a por Fernán Gómez y asesinarlo. El pueblo armado con piedras, chuzos, hachas y venciendo al temor, entran en la casa para salir con la cabeza de Fernán Gómez. Cometido el asesinato, todo el pueblo pacta no decir quién ha sido el brazo ejecutor, simplemente ha sido Fuenteovejuna.  

Un Criado ha conseguido escapar del palacio y se dirige a contar a los Reyes lo sucedido.Estos mandan investigar, pero el pueblo se mantiene firme, nadie da nombres y ante la pregunta de quién fue el responsable todos contestan: Fuenteovejuna.  Los Reyes deciden finalmente absolver al pueblo.

¿Quién asesinó a Fernando Báez Sosa? 

Desde que la historia es posible de rastrear y contar, la adolescencia genera jóvenes que necesitan una muy sólida relación con su grupo de pertenencia. Esto es algo natural, se identifican con el otro que es un igual y un referente, y esa unión los completa como individuos. Quizás cuestiones de autoestima o cierto desapego familiar, los hace apegarse más o menos a ese vínculo.  

Allí se instala también una determinada manera de valorar las cosas. Muchas veces el grupo milita en alguna causa y allí se conforman ideales y valores a defender. Otras, lo es el deporte en equipo, donde uno es eslabón de una totalidad, y a ella debe su funcionalidad, pero en cada caso hay un resto de individualidad que será rector del camino a recorrer. 

Las peleas de jóvenes tienen mucho que ver con esta necesidad de auto referenciarse como verederos hombres, con cumplir mandatos de masculinidad que obviamente se van imponiendo desde las propias familias, pero en determinados casos, un entorno exacerbado y que sobrevalora la fuerza como cualidad de lo masculino, puede trastocar los ejes de una personalidad en construcción. 

Volvamos a la historia, las tribus urbanas pelean por poder y este solo se ejerce neutralizando físicamente al otro. Ser dueños de la calle permite manejar una serie de prerrogativas y negocios. Y en el menor de los casos, ser el referente a imitar, ser el macho alfa de la manada barrial. 

Grupos 

Los grupos de extrema derecha como los Skinhead (en español: cabeza rapada) es una subcultura originada en el Reino Unido entre los años 1966 y 1967, y cuyo distintivo consiste en una estética obrera (botas y tirantes) en oposición a la actitud pacífica de los hippies. 

Lo que une a los skinheads es la resolución violenta de los conflictos. También comparten ciertos valores, como el culto al coraje, al compañerismo, a la lealtad y el orgullo de pertenecer a ese grupo que los identifica. 

Aplican la discriminación de todo tipo como norma. Sus excesos son solo una manera de construir su lenguaje, su manera de entender la socialización con ese otro al que solo aceptan si les es sumiso.

Gente de pueblo 

Las ciudades del interior de la provincia son de una densidad poblacional más chica y sus familias vienen de una prosapia ya establecida en la propia localidad. Se categorizan en mejores y peores, ricos y pobres, poderosos y vulnerables. Allí viven los que atacaron a Fernando, en una localidad donde las categorías ya están establecidas y ellos aspiran a revalidar los lugares de privilegio social que sienten les pertenecen. El deporte como pretexto para la devoción ciega entre pares, para la consecución de una violencia destructiva y amenazadora que arrase con los que intenten oponerse. Como un mantra de muerte y odio, giran una y otra vez sobre el dolor infringido a los que quieren someter.

Esta ilusión los instala en el lugar de reyes imaginarios sin coronas ni súbditos. Jueces de todo aquel que muestre un dejo de debilidad y humanidad, de empatía y tolerancia, para con el otro que es diferente. A ese, nada de piedad, sólo la fuerza y la imposición, la destrucción si es necesario, pactada y disfrazada de lealtad, esa misma que ante la catástrofe delincuencial, que tarde o temprano y como un final anunciado iba a suceder, sostiene un silencio cómplice e inmoral.  

¿Quién mató a Fernando Báez Sosa? para esos jóvenes empecinados en mecanizar la violencia a los golpes, como única carta de presentación y lenguaje: Fue solo Fuenteovejuna.

      

 

 

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