Opeka, un sacerdote Argentino entre los basurales africanos.
Opeka, un sacerdote Argentino entre los basurales africanos.

Opeka, un sacerdote Argentino entre los basurales africanos.

 

Hace unos días se anunció en varios medios de comunicación la presentación del documental “Opeka”. Este cuenta la inspiradora historia del misionero vicentino, Padre Pedro Opeka, y será proyectado en varios festivales de cine durante el año 2020/21. También se definirán que personalidades serán postulados al premio nobel de la Paz y el sacerdote argentino está en una de la ternas a llevarse el galardón.

Cam Cowan es su director y un apasionado en la defensa de los derechos humanos.

¿Cómo surgió la idea de hacer un documental sobre el Padre Opeka?

Conocí al Padre Pedro en el mes de agosto de 2014, cuando estábamos en la etapa de producción de “MADAGASIKARA”, nuestra película documental sobre las dificultades políticas, económicas y sociales de Madagascar. Yo estaba en lo alto de una veta de una cantera en Antananarivo, la capital de Madagascar, porque me interesaba hacer unas grabaciones allí. Desde abajo, salió una joven cargando con una cesta llena de piedras rotas, en su cabeza y un bebé en la espalda; y le pregunté dónde vivían los empleados de la cantera. Me contesto: la mayoría vive en las inmediaciones de la propia cantera; pero algunos viven ahí, arriba, señalándome un punto distante, en la ladera de una gran colina. Allí vi filas y filas de edificios blancos y relucientes. Había estado por todo el país, pero no había visto un panorama tan mágico en ningún otro lugar de la isla.

Le pregunté qué eran esos edificios y me respondió, eso es Akamasoa. Así mismo le pregunté qué era Akamasoa, y pareció sorprenderse de que no lo supiera. Sonriendo, me dijo: ¡Eso es del padre Pedro!

Hice alguna investigación sobre este padre Pedro, tras las cuales entendí que quería entrevistarlo. Dos meses después, fuimos en coche hasta Akamasoa y preguntamos si podíamos ver al padre Pedro. Él acababa de volver de un agotador viaje para encontrar fondos en Europa y estaba muy serio.

Le dije que estaba haciendo una película para que, en Occidente, se conociera el verdadero Madagascar. Quería contrarrestar las imágenes creadas por las películas de animación y documentales de Hollywood, en la que se centraban en el medio ambiente, y explorar las vidas de la gente real en la que, en aquel momento, era la nación más pobre del planeta, donde el 93% de la población vivía con menos de 2 dólares por día, la mitad de una población de 24 millones de personas eran niños y la mitad de esos niños estaban gravemente malnutridos.

Le dije que mi investigación había revelado que Madagascar había sido maltratada por las fuerzas políticas nacionales e internacionales (incluido mi propio país, los Estados Unidos) y quería que la gente entendiera el impacto devastador que esas acciones habían tenido, y seguían teniendo, en Madagascar y su gente. Tras mi explicación, con una amplia sonrisa que salía de detrás de su enorme barba blanca, me dijo, “¿Cómo te puedo ayudar?”

Durante las siguientes grabaciones en Madagascar, el Padre Pedro amablemente nos permitió entrevistarle.

Y así es como pude conocerle mejor, compartiendo comidas en las que insistía que le acompañáramos, viéndole celebrar la misa para miles de malgaches (no sólo de Akamasoa sino de todas las partes de la zone y de toda clase de gente), viajando por los pueblos, conociendo a la gente de la comunidad de Akamasoa y aprendiendo la fascinante historia de su vida.

Pronto me di cuenta de que quería hacer un documental sobre el Padre Pedro. Ya ha habido documentales y libros hechos sobre él, pero sabía que no se le conocía demasiado en el mundo, sobre todo, en Norteamérica. Y quería cambiar eso, a través de una película de calidad que se centrara en su vida y sus extraordinarios objetivos alcanzados como filántropo.

El padre Argentino Pedro Opeka, tiene ya un peso específico dentro la comunidad en la que vive, pero pensás que debe trascender y la única manera de lograrlo es con el cine documental?

Es una de las personas más interesantes que he conocido nunca. Tiene una personalidad desbordante. Es una fuerza de la naturaleza que dejó pasar la oportunidad de ser futbolista profesional en Argentina para dedicar su vida a la justicia social para los más pobres del planeta. Y ha demostrado con acciones (audaces y apabullantes) que la pobreza no es inevitable, ni algo del destino.

“OPEKA” es un documental sobre la esperanza frente a un problema congénito y eterno como es la pobreza y el hambre. Mi intención es que la película tenga un impacto sobre el problema y todos sepamos con que situaciones convivimos e intentar pensar soluciones a esta la pobreza, más allá de Madagascar.


El Padre Pedro

Hace 30 años el misionero argentino Pedro Opeka construyó una fundación en un empobrecido país africano para sacar de la miseria a los habitantes de un basural que les hacía de hábitat. Ante la inacción de funcionarios y autoridades decidió generar trabajo, dar educación e intentar cambiar dicha realidad

El padre Pedro Opeka nació en Argentina y es descendiente de eslovenos radicados en nuestro país. Abrazo la religión y se ordenó sacerdote en el seminario de la Misión de San Vicente de Paul. En 1968, siendo todavía estudiante, viaja a África como voluntario misionero y allí permanece 2 años. Es muy impactado por las necesidades que ve en la gente y comienza a gestar un deseo profundo y concreto, transformar el lugar.

Ya como sacerdote en 1975 vuelve al lugar, específicamente a las idílicas islas de Madagascar, donde el paraíso es solo para la naturaleza, ya que su población está sumergida en la miseria y el hambre. Los primeros años los pasó en la Misión de Vagaindrano, y en 1989 se hizo cargo del seminario de Antananarivo en la capital del país africano.

Para un religioso que entiende a esta como acción y conducta para con el prójimo, el sacerdocio es la oportunidad de transformar personas y realidades. En la isla vio un conglomerado de casillas de cartón entre calles apenas demarcadas y literalmente rodeadas de basura. Un hacinamiento de unas 50 000 personas donde a diario niños pelean por alimentos que encuentran en la basura. Allí se manifiesta  la peor cara de la marginalidad, la violencia.

El Papa Francisco, con quien estudió Teología en Buenos Aires, llegó a visitar la “Ciudad de la Amistad” de Opeka, durante su visita apostólica al país en septiembre de 2019.

Madagascar

Es el quinto país más pobre del mundo con 22 millones de personas en la más extrema pobreza  y con un sueldo promedio de 2 dólares por día. Su consecuencia real, es la reducción de la expectativa de vida a 50 años. Pero lo más impactante es que de esos niños, el 50 % mueren de hambre antes de los cinco años.

“Tengo que hacer algo, esta gente no puede vivir asi. Dios no lo quiere, son los hombres que lo permiten y sobre todo los políticos que no cumplen lo que prometen”(…) “si están dispuestos a trabajar, yo los voy ayudar” (…)”Dios vino al mundo a hacernos libres, no esclavos”.

La religión, no solo consuela o alimenta el espíritu, debe ser la acción que dignifica los valores de los que habla. Por esto fundó Akamasoa.

Akamasoa (Buenos Amigos)

Es una asociación humanitaria que construyó viviendas distribuidas en cinco poblados, cada uno con alrededor de 20 barrios para un total de 25.000 personas. Estos asentamientos fueron urbanizados con calles adoquinadas, unidades sanitarias, escuelas, plazas públicas y espacios exclusivos para desarrollar deportes.

Uno de los primeros proyectos fue la remodelación de un hospital en conjunto con la fundación France Libertés (ONG francesa dirigida por Danielle Mitterrand).

El hospital fue renovado por los habitantes de la zona y el material médico aportado por la fundación. Al mismo tiempo creó una pequeña casa para los niños, de cuatro por cuatro metros, para poder darles desayuno y merienda, cantar canciones y enseñarles a leer y escribir.

El Padre siempre revindica el haber sido obrero de la construcción en su juventud (él y su padre fueron albañiles), lo que le permitió saber que herramientas y que materiales eran los mínimos y necesarios para poder construir una vivienda.

Quizás su mejor idea fue la que pareciera desprenderse de un viejo proverbio que dice “Si la montaña no viene a Mahoma, Mahoma va a la montaña”. Así fue que entusiasmó a su gente a convertir una montaña de granito en una cantera para la obtención de piedras y grava,  luego explotada para la realización de adoquines que venderán como material para la construcción. A esto se le suma un centro de compost para la separación y clasificación de la basura, al que convirtió en una empresa de venta de abono natural.

Con lo producido logró que se levantaran casillas, reemplazadas luego por casas de ladrillo, a medida que todos aprendían el oficio de la construcción.

Los grupos de casas formaron diecisiete pueblos pequeños. Cada uno de ellos posee su comité y las resoluciones se toman entre los representantes de cada comité.

Se crearon escuelas primarias, secundarias, un liceo y un jardín de infantes ; dispensarios, un pequeño hospital, dos maternidades y además cada barrio tiene agua potable.​Hoy el padre cuenta con más de cuatrocientos colaboradores, entre técnicos, docentes, médicos y enfermeros.

Resultados

Akamasoa se convirtió así en una gran ciudad. Para financiarse cuenta además con redes de amigos que juntan donaciones, tres ONG en Francia, una en Mónaco y la ayuda de “Manos Unidas” de la Comunidad Europea.

 “A los pobres hay que ayudarlos con trabajo. El trabajo dignifica y hace sentir bien porque uno ha creado algo con sus propias manos, gracias a su capacidad y talento. Se sienten propietarios, porque dicen la hicimos nosotros, son nuestras casas. Sudaron y sufrieron para tenerlas, lo cual los lleva a que no dejen que se deteriore

El proyecto del padre Opeka es una construcción autogestiva y referencial de lo que la iglesia puede lograr cuando asume su rol social como acción colectiva. Lo espiritual ordena las conductas que construyen la comunidad y esta, se multiplica en un proceso continuo y dinámico. Vencer a la pobreza debe ser una acción política y no una utopía a soñar y que nunca se alcanza.

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